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claves de la nueva etapa en el PP de Andalucía La conquista de Andalucía abre una etapa de entendimiento en el PP entre Moreno y Casado

El éxito inesperado del presidente de la Junta, el primero de derechas, mejora las relaciones en el PP tras las primarias

El nuevo presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, es felicitado por el presidente del PP, Pablo Casado, tras el acto de toma de posesión de su cargo en el Parlamento andaluz. EFE/Julio Muñoz

raúl bocanegra / marta monforte jaén

“La suerte me ha sonreído”, dijo Juanma Moreno, él mismo convertido en una metáfora de su propia frase mientras transportaba una sonrisa de oreja a oreja, en medio de una nube de periodistas y de fans, hacia la puerta del salón de plenos del Parlamento de Andalucía. Por primera vez en la historia de la autonomía, el pasado 16 de enero, Andalucía había elegido a un presidente conservador con los votos de los diputados de su grupo el PP, los de Ciudadanos y los del partido ultra Vox.

Lo que sigue en esta crónica son algunas claves sobre la formación del nuevo Gobierno andaluz, sus objetivos, y las relaciones entre Moreno y Casado, que han entrado en una nueva fase de sintonía y entendimiento entre ambos dirigentes, después de haber estado en lugares contrarios en las primarias.

1. Un triunfo inesperado

El triunfo de Moreno fue completamente inesperado. “Siempre creí en mí porque para cambiar las cosas hay que creer en uno mismo”, dijo justo antes de hablar de la suerte. Cierto es que, en medio de la incredulidad y la mofa general, se pasó la campaña electoral repitiendo que estaba cerca, que solo le faltaban dos escaños para, junto con Ciudadanos, liquidar la mayoría de izquierdas. Y cierto es que su partido, con el nuevo líder a la cabeza, Pablo Casado, quien se instaló en Andalucía las dos semanas previas a los comicios, peleó el partido. Y las cuentas, de manera fortuita, les salieron. Aunque la primera fuerza en las elecciones fue el PSOE y el PP perdió siete diputados, las izquierdas, por vez primera desde 1982, cuando se celebraron las autonómicas seminales, quedaron en minoría.

Moreno obtuvo 26 escaños, el peor resultado del PP en Andalucía desde 1990 -la primera vez que se presentaron con esas siglas, herederas de la AP de Manuel Fraga-. Ciudadanos se llevó 21, muy cerca, pisándoles los talones, pero sin lograr el sorpasso, el gran objetivo: ser la referencia principal en el espacio de derechas. Entre los dos no alcanzaban para desalojar al PSOE.

Se hizo necesario recurrir a los votos de la ultraderecha, que irrumpía por primera vez en un Parlamento autonómico con doce escaños, para liquidar la hegemonía socialista, algo que Moreno, un hombre de talante moderado -aunque no lo dirá-, hubiera preferido que fuera de otra manera. Sin embargo, la ocasión estaba ahí. Y Moreno y Casado la tomaron. Hicieron lo que les pedían los ultras de Vox: ser homologados como un partido más del arco parlamentario.

2. Crece la confianza 

La consecuencia más inmediata del resultado electoral fue que los dirigentes del PP que no respetaban a Moreno ni su autoridad y que habían encargado con antelación la caja de pino con las medidas precisas del hoy presidente, a la vista de los resultados, la devolvieron.

El poder es un pegamento de secado ultrarrápido. Lo cambia todo. El resultado electoral y las negociaciones con Ciudadanos y con Vox, en las que jugó un papel muy destacado la mano derecha de Casado, Teodoro García Egea, contribuyó a construir un clima de entendimiento y cierta confianza entre el propio Moreno, quien, aunque nadie de los suyos participó en las reuniones hasta el último momento, estuvo siempre informado de todo, y Casado.

Y hoy, según indican fuentes de Génova y también de la calle San Fernando, la relación entre ambos es fluida, y constante. Ambos comparten análisis e información y si hay discrepancias, las hablan.

En un momento en que se acercan, como preludio de las generales, las municipales y europeas, y con las encuestas que apuntan a un escenario en el que Casado no ha logrado taponar las vías de agua hacia Vox y hacia Ciudadanos, el PP necesita de Andalucía, al fin y al cabo la Comunidad más poblada, para lograr un buen resultado. Y evitar el sorpasso de Ciudadanos en todo el territorio.

3. Un Gobierno de Moreno, un partido de Casado

El entendimiento entre Moreno y Casado, según las fuentes consultadas, facilita mucho la vida en el PP. Moreno ha podido colocar en el Gobierno a la gente que él -y Elías Bendodo, el consejero de la presidencia, verdadero factótum en el ala conservadora de San Telmo- ha querido. Con ello, Moreno apuntala su perfil presidencial y su poder, lo que ha causado algunos roces en el partido, sobre todo en los sectores más casadistas, por las expectativas de algunas personas. Él mismo ha elegido los nombres desde dos puntos de vista fundamentales, en el entendido de que cada decisión obedece, desde luego, a una casuística propia. Moreno ya ha manifestado en dos ocasiones desde que se supo que iba a ser el presidente, que en Andalucía mandaba él.

Por un lado, que el Gobierno funcione y los equipos puedan trabajar y, por otro, dejar algunos huecos selectos en las estructuras del partido para que se produzca una renovación todo lo pacífica que se pueda lograr, con cuantos menos heridos mejor, allí donde Casado necesita. A esta lógica, por tanto, obedecería el nombramiento de Antonio Sanz como viceconsejero de la presidencia.

Moreno gana en su equipo un verdadero animal político, brazo ejecutor de Javier Arenas durante muchos años en el PP andaluz, azote del PSOE, y lo ubica cerca, bajo el paragüas de Bendodo, su fiel lugarteniente, otro político de raza. Y Sanz deja libre la plaza de Cádiz, de la que es presidente, para que la ocupe un casadista, el alcalde de Vejer, José Ortiz.

Casado necesita ahora que el PP funcione como en sus mejores tiempos, que la maquinaria electoral esté engrasada para recuperar el terreno perdido, hoy en manos de Ciudadanos y de Vox.

4. La ambición de Moreno: hacerlo bien en la Junta

Casado llegó a la presidencia del PP vía primarias, lo que llevó a descubrir dos cosas, que los militantes activos del PP son muchos menos de los que se había reconocido hasta entonces, y la correlación interna de fuerzas. En Andalucía, Casado, sin apenas contactos, comparado con sus rivales, la secretaria general y la vicepresidenta, logró un resultado pírrico. Moreno (y Arenas) apoyó a Soraya Saénz de Santamaría, su gran valedora, mientras influyentes alcaldes, el verdadero poder del PP en Andalucía hasta el pasado 2 de diciembre, optaron por María Dolores de Cospedal. Sáenz de Santamaría ganó la votación interna en Andalucía y Moreno salió reforzado.

Ahora Casado, que no tiene aún un extenso poder propio en Andalucía, necesita un partido unido y fuerte para afrontar los retos electorales que vienen. Y Moreno, cuya única ambición es en este momento hacerlo bien en el Gobierno para darse así, cuando toquen de nuevo elecciones, la oportunidad de repetir, según las fuentes consultadas, está dispuesto a empujar. El hamletiano aforismo ser o no ser se ha transformado, en el caso de Moreno, en renovar o no renovar.

La decisión de retrasar el presupuesto de la Junta hasta después de las municipales tiene que ver - además de con una entrada suave del PP en la Junta de Andalucía- con el componente de ruido y de desgaste que en un periodo preelectoral le añadiría una negociación y un acuerdo con Vox. En todo caso, esta es una carta, la del presupuesto, a jugar.

5. El papel de Arenas

El día de la elección de Moreno como presidente, el mismo día en que habló de la sonrisa de la suerte, en la tribuna de invitados estaba mucha gente que en las primarias se ubicó en otro bando, en el de Dolores de Cospedal, a la postre el de Casado. También estaba Javier Arenas, el único líder conservador que logró ganar unos comicios en Andalucía, en 2012, pero no pudo gobernar debido a un acuerdo PSOE-IU.

Arenas se dedicó, en esos días de felicidad para el PP, a conversar con unos y con otros, con propios y extraños y a defender el legado y el trabajo de tantos años en la oposición, y a intentar, con bromas e ironías mediante, muy de su estilo, lo que siempre ha intentado, que su partido, sin perder sus esencias, no pierda de vista el centro político, allí donde están la mayoría de los votos aún hoy. Las fuentes consultadas indicaron que Arenas está dispuesto a trabajar con discreción para que las cosas funcionen para el PP en el Gobierno.

Para los conservadores, este es un momento histórico. En 36 años, jamás habían logrado gobernar la Junta de Andalucía. Todos ellos son conscientes de que se ha conseguido en unas circunstancias bien particulares, con una abstención histórica en la izquierda, y todos ellos saben que para repetir, para que este Gobierno no se quede en una anécdota que dure cuatro años necesitan tejer alianzas serias con numerosos sectores sociales. Y Arenas, quien firmó en su momento, como ministro de Trabajo, en 1997, un acuerdo de reforma laboral, algo hoy bien lejos en el horizonte, con las centrales sindicales, está disponible para ello.

6. La patronal y el poder de Málaga

Moreno tomó posesión, le dio un día libre a su Gobierno, recibió al rey Felipe VI, de visita en Sevilla, después convocó a sus consejeros para su primer Consejo de Gobierno, en el que anunció una rebaja fiscal para millonarios y lanzó la primera auditoría de la gestión socialista, y, a continuación llamó al Palacio de San Telmo, sede de la presidencia de la Junta, a los agentes sociales. A San Telmo acudió el presidente de la patronal, Javier González de Lara, también los sindicatos CCOO, UGT y CSIF, y los autónomos.

González de Lara, según las fuentes consultadas, va a ser un hombre clave en los próximos tiempos. A él se le atribuye una influencia en el nombramiento del economista Alejandro Cardenete, como viceconsejero de Juan Marín, el vicepresidente del Gobierno, de Ciudadanos. También se recuerda que es de Málaga, al igual que el presidente y el consejero de la presidencia, lo que algunos analistas entienden que va a causar un desplazamiento de poderes, hoy en Sevilla, hacia la Andalucía Oriental.

González de Lara, al contrario que su antecesor, Santiago Herrero, quien mantenía con Javier Arenas unas relaciones tirantes en ocasiones, porque este pretendía que la CEA se convirtiera en un brazo armado contra los Gobiernos socialistas, mantiene excelentes relaciones tanto con el PP como con Ciudadanos. De momento, se ha mostrado muy comprensivo con las primeras decisiones del Gobierno y le va a dar el tiempo que necesite para que se asiente.

Este es el Gobierno más sensible de todos los que ha tenido hasta ahora Andalucía con las tesis de la patronal y González de Lara tiene ahora la oportunidad de jugar un papel importante en el nuevo escenario, según se analiza en el mundillo económico, por su perfil moderado, abierto, por momentos paternalista, de ejercer el cargo. A Lara, según las fuentes, no terminan de convencerle las excentricidades de Vox, lo cual es un asunto de cierto interés, que podría ayudar, quizás, en algún momento a Moreno y al PP a ganar estabilidad en sus decisiones, si es que los ultras decidieran desestabilizar al Ejecutivo.

7. Las relaciones con Vox

Al PP y a Ciudadanos no les quedó más remedio, para desalojar al PSOE de la Junta de Andalucía, que pactar con Vox, el partido de ultraderecha. Vox es necesario para tomar todas las decisiones importantes y, en última instancia, para la estabilidad del mismo Gobierno. La gran preocupación política de Moreno y Bendodo, por tanto, no es la izquierda, sino los ultras. Nada más tomar posesión el Gobierno, Vox recordó, vía comunicado, que eso estaba sucediendo gracias a ellos. Bendodo se apresuró a dar garantías que los acuerdos firmados se cumplirían “a rajatabla”.

Las fuentes consultadas aseguran que la dialéctica privada entre Vox y PP se parece bastante a la que se mantiene en público. Los ultras hacen sus propuestas de máximos y después se allanan a lo que consideran los conservadores como presentable. Moreno ha cumplido su papel, sobre todo, el de defensa de los dirigentes de Vox, cada vez que se lo han reclamado. Y así seguirá siendo. Ni el PP ni Moreno han tenido complejo alguno a la hora de defender que los votos de Vox son tan válidos como cualesquiera otros.

El tiempo dirá, en forma de resultados electorales, si a Moreno y al PP les va a salir a cuenta el pacto con los ultras y su homologación como una fuerza democrática más. Según las últimas encuestas, Casado no está teniendo, por el momento, éxito en su estrategia, de la que Andalucía ha sido y es pieza clave.

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