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Galicia se consolida como el territorio más hostil para Vox

La extrema derecha salta de fracaso en fracaso en Galicia, pero intenta vender optimismo tras arañar cinco mil votos más con respecto a 2019. 

Santiago Abascal
El presidente de Vox, Santiago Abascal, compareciendo durante el seguimiento de la jornada electoral en Galicia, en la sede nacional de Vox. A. Pérez Meca / Europa Press

Sin sorpresas, ni siquiera para ellos, Vox se ha vuelto a quedar fuera del Parlamento gallego. La extrema derecha no ha conseguido ni un solo escaño este 18 de febrero y Galicia se consolida como territorio completamente hostil: la única representación que tienen es una concejal en el Ayuntamiento de Avión (Ourense). Y este domingo solo 27 personas de esta localidad ourensana de 1.754 habitantes votaron al candidato de la extrema derecha Álvaro Díaz-Mella.

Y no por esperado el fracaso es menos estrepitoso. Sobre todo para Santiago Abascal, que asumió el peso de los principales mítines frente a un cabeza de lista desconocido y cuya imagen estaba en toda la propaganda electoral del partido. "Es verdad que no es buen resultado", reconoció al término del escrutinio el presidente de Vox. Una autocrítica mínima a la que le siguieron ataques al Partido Popular y al sistema electoral gallego. "Ha ganado la estafa política en la que se aplican políticas izquierdistas y se condena a muerte al campo", dijo Abascal.

Galicia ya les cerró la puerta ruidosamente en 2020. Entonces obtuvieron el 2,05 % del voto, muy lejos del 5% necesario para obtener representación, y ahora, el 2,19%. Este 0,14% más, que se traduce en 5.696 votos de los más de dos millones y medio de gallegos que estaban llamados a votar, le ha servido a la formación ultra para vender que son el "único partido a nivel nacional que ha crecido en Galicia". Algo que ni siquiera es cierto porque el PP, a pesar de haber perdido dos escaños, ha logrado 300.000 papeletas más que en 2020.

Esta ha sido la cuarta cita electoral a la que se ha presentado Vox en Galicia. La primera fue en las municipales de 2019, pero sólo en 13 de los 313 ayuntamientos gallegos y en ninguno de ellos sacó ni un solo concejal.

En 2020 lo intentó en las autonómicas y volvió a fracasar mientras Alberto Núñez Feijóo revalidaba su mayoría absoluta. Insistieron en las municipales del 28 de mayo, duplicando sus candidaturas hasta los cuarenta municipios, pero el resultado fue, de nuevo, calamitoso: un único asiento.

Al mismo tiempo que en Galicia saltan de fracaso en fracaso, en estos cinco años Vox se ha hecho con algún asiento en todos los parlamentos autonómicos del país y forma parte de cinco gobiernos de coalición con el PP. Su poder institucional se ha multiplicado, si bien es cierto que las últimas elecciones generales, en las que perdieron 19 escaños, ya evidenciaron una tendencia a la baja. También en Galicia, donde pasaron del 7,91% de los votos en 2019 al 4,95% en 2023. Nunca rascaron ni un solo escaño.

¿Cómo se explica la 'excepción gallega'? Los expertos consultados por Público coincidieron en señalar en un reportaje anterior que el muro contra el que se topaba Vox no era tanto Galicia, sino el PP de Galicia. Guillermo Fernández, investigador en la Universidad Complutense de Madrid, y Antón Losada, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Santiago de Compostela, apuntaban dos cuestiones fundamentales: la estructura del PP es impenetrable para otra formación de derechas y el discurso antiautonomista de Vox no cala.

Lo cierto es que la extrema derecha se lanzó a por los populares durante toda la campaña gallega, intentando aprovechar el filón del giro en su relación con Junts a través de las revelaciones sobre la amnistía o los indultos. Por un momento Vox consiguió entrar en una campaña en la que apenas tuvo foco, pero fue un espejismo.

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