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La ilusión por un proyecto político moviliza más voto que el miedo al contrario

Un estudio del CIS, que analiza la última semana de campaña, refleja que una mayoría de los encuestados deciden su voto por el apoyo a las propuestas políticas que le gustan y no por el rechazo a las que no le gustan.

Abascal, Buxadé y García Maraver Vox
Santiago Abascal, Jorge Buxadé y Ángel López Maraver, en un acto de campaña del 23J. Rafael Martín / Europa Press

La campaña electoral del 23J fue un auténtico mostrador de estrategias políticas de los diferentes partidos que competían por decantar el resultado de las urnas. Fijar los marcos y los temas de debate, causar buena impresión al electorado o modificar el clima de opinión fueron algunos de los objetivos que las organizaciones se marcaron durante los 15 días de campaña, pero también en las semanas previas.

Ahora, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) da algunas pistas sobre qué estrategias pudieron funcionar mejor o cuáles se amoldaron más a las motivaciones para votar que dicen tener los encuestados.

En el espacio progresista, con el PSOE y Sumar como principales formaciones, se pudo ver dos estrategias diferenciadas y, por momentos, complementarias. Ambas respondían a un mismo objetivo, el fin que se marcó la izquierda desde el principio: movilizar a su electorado, sobre todo a aquellas personas que se habían quedado en casa en las municipales y autonómicas de mayo.

Pedro Sánchez adelantó las generales, entre otros motivos, para activar a un electorado que acababa de ser golpeado por el resultado del 28M y empezaba a ver cómo el mapa autonómico y municipal quedaba bajo el control de las alianzas entre el Partido Popular y Vox.

En este escenario, durante la campaña se pudo ver dos estrategias por parte de la izquierda desplegadas por el PSOE y por Sumar. Los socialistas, como en otros procesos electorales, basaron parte de su acción política en advertir del riesgo de que se produjera un retroceso democrático si Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal se hacían con el Gobierno estatal.

Dos estrategias para la movilización de la izquierda

Las referencias al "túnel del tiempo" y a los "20 años que hemos retrocedido en 20 días" (tras conocerse el resultado de los comicios de mayo) fueron muy recurrentes en el discurso de Pedro Sánchez, que en todo momento basó buena parte de sus intervenciones públicas en alertar de los peligros que suponía que la derecha y la ultraderecha coparan todo el poder institucional en España.

Por su parte, Sumar situó como eje de su estrategia de movilización del electorado progresista las propuestas programáticas que podían incitar al voto. Yolanda Díaz y su equipo trataron de irrumpir en la campaña con medidas disruptivas como la reducción de la jornada laboral (con el compromiso de "salir una hora antes del trabajo") o la polémica herencia universal para que todos los jóvenes comprendidos entre los 18 y los 23 años recibieran 20.000 euros para que tuvieran una base económica mínima sobre la que desplegar sus proyectos y emanciparse.

En una entrevista con Público, la líder de Sumar lo expresaba de la siguiente manera: "La gente va a salir a defender sus derechos y quiere votar con alegría, no con miedo; el miedo no moviliza a nadie. Yo pido el voto por las ganas de vivir y por las ganas de tener vidas mejores". A su juicio, parte de la desafección de la ciudadanía hacia la política se debe también a la excesiva agitación del miedo a opciones políticas como la ultraderecha sin un acompañamiento de propuestas y de proyectos que ilusionen.

Ninguna de las dos fórmulas es exclusiva de un partido, es decir, el PSOE también buscó movilizar mediante la presentación de propuestas progresistas, y Sumar alertó en sus discursos del retroceso en derechos que supondría un Gobierno de PP y Vox. Pero en líneas generales, Díaz utilizó más el primer recurso y Sánchez, el segundo.

Este jueves el Centro de Investigaciones Sociológicas ha publicado el denominado Estudio metodológico sobre las tendencias de definición/decisión del voto a lo largo de la campaña electoral de julio de 2023, cuyo trabajo de campo (las encuestas) fue realizado entre el 13 y el 22 de julio, la semana y media anterior a la jornada electoral.

¿Votar el proyecto que gusta o votar contra el que no gusta?

El estudio recoge la siguiente pregunta: "Pensando en su decisión de votar ¿Qué le ayuda más a Ud. a decidirse a quién votar, oponerse a las propuestas políticas que no le gustan o apoyar las propuestas que sí le gustan?"

Un 66,8% de los encuestados aseguran que le ayuda más a escoger su voto (y a tomar su decisión sobre acudir o no a las urnas) "apoyar las propuestas que sí le gustan", lo que se podría considerar como una movilización del electorado y una elección del voto en sentido positivo.

Un 17,5% asegura que su decisión se basa más en el rechazo o la oposición a las propuestas que no le gustan, una opción en la que se puede enmarcar el "miedo" a un determinado proyecto político o partido, una movilización del electorado y elección del voto en sentido negativo.  

No se sabe con certeza qué fue lo que movilizó en realidad más voto en el 23J, el apoyo decidido a un proyecto político o el miedo o rechazo a la opción contraria (también en el caso de la derecha, que basó su campaña en una enmienda a la totalidad de la legislatura del Gobierno de coalición y de la figura de Pedro Sánchez). 

En este caso, quizá el fracaso de un Feijóo que ganó las elecciones pero que se quedó muy lejos de sus expectativas electorales se debe a que no le valió con la simple impugnación del "sanchismo" y su proyecto político no convenció a un electorado que, al menos así lo asegura en las encuestas del CIS, necesita confiar en un proyecto y no decide su voto sólo por el rechazo que le pueda generar el contrario.

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