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Mario Draghi Italia vuelve a la tecnocracia para afrontar su crisis política, sanitaria y económica derivada del coronavirus

El jefe del Estado italiano, Sergio Mattarella, ha preferido una fórmula tecnocrática para salir del estancamiento porque la política transalpina, en su conjunto, no ha sabido dar una respuesta a la crisis institucional. 

El expresidente del BCE Mario Draghi
El expresidente del BCE Mario Draghi. Remo Casilli / REUTERS

Una vez más, diez años después, Italia apuesta nuevamente por la tecnocracia para resolver sus crisis, hoy en plena pandemia por coronavirus. El ex presidente del Banco Central Europeo (BCE) entre 2011 y 2019, Mario Draghi, ha sido nombrado como primer ministro designado por el jefe del Estado, el presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella; para que encuentre un nuevo Ejecutivo para el país con forma de bota. La opción de Draghi, hay que leerlo un punto de inflexión de la actual crisis política desatada por el ex premier Matteo Renzi, quien abandonando la mayoría de Gobierno ha favorecido la caída del hasta ahora primer ministro italiano, Giuseppe Conte.

¿Por qué el jefe del Estado italiano ha optado por un Ejecutivo técnico? Sergio Mattarella, apelando a un apoyo generalizado a un primer ministro de "alto perfil" como Mario Draghi, sin pertenencias políticas; quiere romper con la incertidumbre de las últimas semanas donde los partidos del Gobierno no han logrado acordar nuevas fórmulas para seguir al frente del Palacio Chigi. Desde una óptica concreta, Mattarella ha apostado por un Ejecutivo técnico para que Italia luche contra el coronavirus, para que frene las consecuencias económicas del mismo y para evitar un adelanto electoral en plena pandemia. Desde el punto de vista político, el jefe del Estado ha preferido una fórmula tecnocrática porque la política transalpina en su conjunto no ha sabido dar una respuesta a la crisis institucional.

La buena fama del actual primer ministro designado viene, sobre todo, de su gestión de la crisis del euro en el verano de 2012, cuando por aquel entonces Italia atravesaba un difícil momento en relación a su deuda pública, siendo el tecnócrata Mario Monti primer ministro italiano. De ahí que, actualmente se suele afirmar que Draghi fue el "salvador" del euro. Pero no es todo oro lo que reluce: tanto Draghi como Monti, ambos economistas, técnicos y profesores; pertenecieron a Goldman Sachs, uno de los bancos de inversión más importantes del mundo y que goza de gran influencia internacional. Goldman Sachs, fue precisamente la firma que asesoró al Gobierno conservador griego que luego tuvo que admitir la bancarrota.

Pero el pasado técnico de Draghi, en los últimos tiempos, en Italia ha pesado infinitamente más por sus éxitos que por sus claroscuros vinculados a un banco de inversión como Goldman Sachs, por ejemplo. No hay nadie que tenga dudas en Italia acerca de las competencias del posible nuevo jefe del Gobierno transalpino, tras su experiencia no sólo como presidente del Banco de Italia, sino sobre todo como presidente del Banco Central Europeo (BCE). Su mandato de ocho años en Frankfurt (Alemania) en la pasada década reforzó de forma definitiva su figura como estadista europeo, por así llamarlo. Y por tanto, también italiano. Los mercados ayer miércoles, de hecho, reaccionaron positivamente ante el nombramiento de Draghi, ya que la Bolsa de Milán este jueves por la tarde cerró positivamente, con un 2%, el mejor resultado del continente en la pasada jornada.

Que toda la clase política estime a Mario Draghi como tecnócrata no coincide con el hecho de que todos los partidos italianos, hoy por hoy, estén dispuestos a apoyar un posible Gobierno técnico con él al frente. La derecha soberanista, formada por la Liga de Matteo Salvini y Hermanos de Italia (HDI) de Giorgia Meloni, no es partidaria de un Ejecutivo apolítico, porque un adelanto electoral en Italia, a día de hoy, entregaría la victoria al bloque conservador. Salvini, igualmente, admite "no tener prejuicios" hacia un Ejecutivo Draghi, en aras de dejar alguna puerta abierta. Es más, hace meses fue la mano derecha del líder leguista, Giancarlo Giorgetti, identificó en Draghi una figura respetable como posible sucesor de Conte. El centro-derecha de Forza Italia (FI), el partido fundado por Silvio Berlusconi, es más ambiguo porque querría un Gobierno de europeístas, pero formalmente pertenece a la coalición de los soberanistas de Salvini y Meloni: "Valoraremos nuestra decisión tras reunirnos con él", asegura Antonio Tajani, delfín de Berlusconi y líder de facto de Forza Italia.

La aceptación de un Gobierno técnico con Draghi al frente es aún más controvertida en la izquierda. El antiestablishment Movimiento 5 Estrellas (M5E), hoy con el 33% de los escaños en el Parlamento, es posible que sufra fracturas internas vinculadas al apoyo o rechazo de Draghi como posible premier. A priori, la línea oficial está siendo la de no apostar por un Ejecutivo técnocrático. Lo cual complicaría mucho las cosas, porque sin el M5E y la Liga, es prácticamente imposible que Mario Draghi pueda lograr una mayoría absoluta en ambas Cámaras. Dicho en breve, sólo el socialista Partido Democrático (PD) e Italia Viva (IV) del ex premier Matteo Renzi, quien ha provocado la caída de Conte; son hoy por hoy los únicos que apoyan formalmente al ex presidente del BCE: "Con Draghi se abre una fase nueva", afirma el líder del PD, Nicola Zingaretti.

El nombre de Mario Draghi, en el último año y medio, ha circulado regularmente en la prensa del país, prácticamente a cada ocasión en la que el pseudotecnócrata Giuseppe Conte parecía que no iba a lograr mantener en pie sus coaliciones siendo inquilino del Palacio Chigi. Contra todo pronóstico, sin embargo, consiguió presidir tanto un Ejecutivo de derecha soberanista, como otro de izquierda europeísta. El problema, para Conte, es que en las últimas semanas ya se habían agotado todas las fórmulas habidas y por haber para seguir al frente en un tercer mandato, conocido en el país como Conte ter.
El hecho de que Mario Draghi haya aceptado el cargo de primer ministro designado, igualmente, no le convierte automáticamente en jefe del Gobierno del país transalpino. El premier designado, de hecho, ha aceptado el encargo del presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, pero con reservas. Es decir, primero va a sondear si tiene los apoyos necesarios para luego formar un nuevo Ejecutivo. Para esto podría tardar unas 24-48 horas, el tiempo necesario para realizar varias conversaciones informales con los principales partidos del país.

Si los contactos parlamentarios de Draghi acabaran bien, el primer ministro designado presentará su lista de ministros ante el jefe del Estado, Sergio Mattarella, quien tendrá que firmar un decreto que apruebe su nombramiento. Será entonces cuando Draghi y sus ministros jurarán su cargo ante el presidente de la República y pasará a estar operativo. A lo largo de los 10 días siguientes el Ejecutivo recién formado tendrá que recibir el visto bueno de ambas Cámaras, Congreso y Senado. Si, por lo contrario, las conversaciones de Draghi con los partidos no fueran a buen puerto, Mattarella podría proponer otro primer ministro, proponer al Parlamento que apoye al Gobierno anterior o que, finalmente, convoque elecciones generales anticipadas. Esta última opción, hoy por hoy, parece ser la alternativa más factible en oposición a un Gobierno presidido por Mario Draghi.

Este miércoles, tras su respuesta positiva ante el cargo ofrecido por el Palacio del Quirinal, se entrevistó unos 30 minutos con el presidente de la Cámara de los Diputados (Cámara Baja), Roberto Fico; unos 50 minutos con la presidenta del Senado (Cámara Alta), Maria Elisabetta Casellati; y más de una hora con el primer ministro saliente, Giuseppe Conte. Quien en las últimas horas está brillando precisamente por su ausencia es el primer ministro dimisionario. De ser hoy por hoy el mejor político italiano según los sondeos, al anonimato más inmediato, eclipsado por la novedad del nombramiento provisional de Mario Draghi.

Atendiendo a informaciones publicadas por la prensa del país, Conte ha llegado a admitir a los suyos que "a lo mejor no tendría que haber dimitido". Pero si no siempre son factibles las segundas oportunidades, cómo van a serlo las terceras. Por mucho que en la política italiana las sorpresas estén siempre a la vuelta de la esquina. A eso hay que sumarle que Italia, no es nada nostálgica a la hora de cambiar primeros ministros, es mayor la excitación por lo nuevo que la añoranza de lo anterior. Igualmente, no está todo cerrado: de primer ministro designado a primer ministro a secas, hay horas y horas de negociación entremedio. De ahí que Draghi tome una decisión sólo después de haber finalizado, en las próximas horas, sus consultas con los diferentes partidos. Por eso Super Mario no lo tiene tan fácil como parece.

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