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Oriente Medio Emiratos Árabes y Arabia Saudí luchan contra el islam político

Los Emiratos Árabes Unidos participan con Arabia Saudí en una lucha sin cuartel contra el islam político. Las relaciones entre los dos países están guiadas por el vínculo estrecho entre los poderosos príncipes Mohammad bin Zayed (MBZ), que suele actuar desde detrás, y Mohammad bin Salman (MBS). Su actuación coordinada ha contribuido a crear un Oriente Próximo más inestable e inseguro.

Mohammad bin Zayed, príncipe heredero de Abu Dhabi  y uno de los hombres más poderosos del país. / Reuters
Mohammad bin Zayed, príncipe heredero de Abu Dhabi y uno de los hombres más poderosos de la Tierra. / Reuters

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Aunque el príncipe saudí Mohammad bin Salman (MBS) es quien acostumbra a ocupar más espacio en los medios de comunicación occidentales, Mohammad bin Zayed (MBZ), príncipe heredero de Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos, no se le queda a la zaga a la hora de dictar las controvertidas políticas que esos dos grandes productores de petróleo aplican en los distintos escenarios de Oriente Próximo, a la vera de Estados Unidos e Israel.

A sus 59 años, MBZ hace de padrino y tutor del príncipe saudí, que tiene 25 años menos, y sobre quien ejerce una considerable influencia. Bajo su dirección ambos han abierto un montón de brechas en la región. Este mismo año, The New York Times definió a MBZ como "uno de los hombres más poderosos de la Tierra", y el año pasado Time lo metió en la lista de las cien personas más influyentes del planeta.

The New York Times definió a MBZ como "uno de los hombres más poderosos de la Tierra"

A diferencia de MBS, MBZ rehúye el espacio público y prefiere actuar desde detrás de las bambalinas. Es un comportamiento inteligente que entraña menos desgaste. Mantiene excelentes relaciones con mandatarios de todo el mundo, como los presidentes Donald Trump y Emmanuel Macron, aunque sus detractores lo explican por el enorme gasto que realiza en la compra de armas para un ejército que está considerado como el más desarrollado y eficaz del mundo árabe.

El ascendiente de MBZ sobre MBS es enorme según algunos expertos, y le ha permitido meter a MBS en aventuras tan polémicas como la guerra de Yemen, donde recientemente se han observado divergencias entre los dos príncipes, el bloqueo de Qatar o la confrontación permanente con Irán, un país que rivaliza con los dos príncipes por la hegemonía regional. Según dijo a Al Jazeera William Law, director de Arab Digest, MBZ ha "aprovechado la inmadurez, la arrogancia y la ambición de MBS para obtener sus fines".

La irrupción en algunos países, como Egipto, del islam político tras las llamadas primaveras árabes ayudo a que la relación entre los dos se hiciera más estrecha. Tanto MBZ como MBS vieron en ese fenómeno una amenaza para sus respectivos países y acordaron unir sus esfuerzos para desbaratarlo, como han hecho en Egipto o Libia, estableciendo distancias con Qatar, un país sobre el que, por iniciativa de MBZ, declararon un bloqueo en 2017 justamente por defender grupos afiliados al islam político como los Hermanos Musulmanes.

Mohammad bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí en Londres. / EFE
Mohammad bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí en Londres. / EFE

Esta lucha contra el islam político también les ha unido en sus propios países. En Arabia Saudí, las autoridades han desmantelado el movimiento Sahwa mientras que los Emiratos han purgado el movimiento Al Islah. La tolerancia con los islamistas, incluidos islamistas moderados, ha sido nula y periódicamente se han llevado a cabo amplias campañas de detención acusando a los detenidos de querer orquestar golpes de estado y de constituir una amenaza existencial para sus países.

MBZ y MBS se presentan a sí mismos como promotores de la liberalización de costumbres, una actitud que consideran que será bien recibida por los mandatarios occidentales, como así está ocurriendo. Además explican sus campañas militares y financieras en el mundo árabe como un esfuerzo en esa línea, con el fin de evitar el establecimiento de gobiernos islamistas, incluso gobiernos moderados similares al de Recep Tayyip Erdogan en Turquía.

Más recientemente algunos analistas han indicado que MBZ ha puesto en marcha algunos cambios en su política exterior, cambios que son necesarios dada la naturaleza de la situación en Oriente Próximo, con distintos focos de tensión y conflicto armado que no benefician a ningún país, incluidos Arabia Saudí y los Emiratos.

MBZ ha puesto en marcha algunos cambios en su política exterior por la situación de Oriente Próximo

En este sentido debe interpretarse el hecho de que este fin de semana la agencia de noticias emiratí diera cuenta de que MBZ ha llamado telefónicamente al presidente sirio Bashar al Asad, a quien le ha dicho que "Siria es un país hermano que no estará solo en estas delicadas circunstancias", en referencia a la pandemia del Covid 19.

Esta conversación se produce en un momento muy sensible desde el punto de vista regional, no solo a causa de la pandemia sino también porque llega poco después de la última ofensiva siria en la provincia de Idlib contra yihadistas apoyados por Turquía, un país con el que los Emiratos están directamente enfrentados en el teatro libio.

Hasta cierto punto, es legítimo que MBZ y MBS combatan el islamismo político en Libia y en otros lugares, aunque quizá lo estén haciendo de una manera excesiva, o que hagan lo propio con los hutíes yemeníes apoyados por Irán, aunque sería mucho mejor que el diálogo callara las armas. La política agresiva de los príncipes con respecto a Siria no ha servido de mucho, de ahí que si la llamada a Asad contribuye a una normalización de relaciones será un paso en la buena dirección.

La comunicación entre MBZ y Asad no ha salido de la nada. Con anterioridad, los Emiratos reabrieron su embajada en Damasco y algunas delegaciones de hombres de negocio y de los servicios de inteligencia sirios han visitado Dubai. Distintos medios regionales indican que a esta normalización podría seguir otra entre Siria y Arabia Saudí, después de que tanto saudíes como emiratíes, de manera contradictoria, no dudaran en apoyar financieramente a grupos yihadistas enfrentados a Damasco.

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