El referéndum previsto para el 1 de octubre en Catalunya ha obligado a Mariano Rajoy a cambiar su agenda. Finalmente, el presidente no acudirá a la cumbre de la Unión Europea en Tallin (Estonia), adonde estaba previsto que viajara el jueves y permaneciera allí, al menos, hasta el viernes. 

El jefe del Ejecutivo pretendía dar así sensación de normalidad ante el 1-O, pero finalmente ha considerado que era mejor no desaparecer de España toda la semana previa a la cita clave del independentismo catalán. 

Rajoy ofrecerá esta misma tarde una rueda de prensa conjunta con Donald Trump y el viaje a EEUU ya le ha obligado a estar fuera desde el lunes. Es más, el presidente ni siquiera llegará a tiempo para acudir mañana a la sesión de control del Gobierno en el Congreso en la que será su número dos, Soraya Sáenz de Santamaría, quien ocupe su lugar y responda sobre los planes del Ejecutivo con respecto a Catalunya.

Moncloa ha justificado su ausencia en Estonia -país que alberga la presidencia rotatoria de la UE- alegando que se trata de una cumbre informal de jefes de Gobierno y Estado y ha añadido, además, que las propuestas de España ya se habían incluido en las conclusiones conjuntas que debatirán en dicho encuentro. 

En un primer momento, los mentideros apuntaban a la posibilidad de que el viaje se anulase por la pretensión del Ejecutivo de aprobar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el 2018 este viernes, en el Consejo de Ministros. Finalmente, no será así.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, acaba de anunciar que retrasará, de nuevo, la aprobación de las cuentas ante la falta de acuerdo. Aunque ya ha alcanzado un pacto con sus socios de Ciudadanos, el PNV -clave para dar luz verde a las mismas- se ha negado a seguir debatiendo al respecto mientras la herida siga sangrando en Catalunya. Montoro, de momento, ha tirado la toalla. Al menos, hasta después del 1-O.