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En el Conservatorio de Danza de Murcia se hace difícil bailar en tiempos de pandemia

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Los abanicos no bastan para airear la clase de baile en el Conservatorio de Danza de Murcia. Por ello cada cuarto de hora deben parar y oxigenar el ambiente abriendo las ventanas y manteniendo el silencio. Es la única forma de que el sonido de las clases no llegue a la calle y no moleste a la única vecina que ha denunciado por contaminación ambiental al superar los decibelios permitidos. 55 al tratarse de una zona residencial. Por lo tanto, deben trabajar a puerta cerrada pero el ritmo no va coordinado con la pandemia. Hasta la danza clásica acelera el medidor de CO2 que llega a duplicar el límite aconsejado de concentración de aerosoles.  Tienen que hacer muchas pausas para que el virus no les quite lo bailao.

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