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Una nueva vida en España para los refugiados afganos

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La palabra "Snowfinch" hace referencia al gorrión blanco, una especie de ave, endémica en Afganistán que se ha convertido, para algunos, en una metáfora de la libertad que tanto ansía el país. Por eso, Basir eligió este nombre para sus cafeterías en Kabul. Soñaba con expandir la franquicia por todo el país, un lugar donde ir a tomar un delicioso café de especialidad, disfrutar de wifi gratis y compartir con los amigos. El día de la toma de Kabul, por parte de los talibanes, la cafetería de Basir abrió como de costumbre. Era, hasta ese momento, un lugar de encuentro que en el Afganistán de los nuevos dueños no encajaba. Este emprendedor que aprendió castellano en Colombia,donde se convirtió también en un especialista en café,  es ahora un refugiado en España. Su tatuaje no desentona en Madrid pero en Kabul le habría costado caro: una paliza o la vida. Formó parte del último grupo de afganos que entró en el aeropuerto para viajar a España: 60 personas que estuvieron 36 horas en un autobús, espernado que los talibanes les dejaran acceder al aeropuerto. Allí dentro, también estaba Sunita que lo recuerda ahora desde Salamanca como el peor viaje de su vida. Con el terror grabado a fuego porque esta ingeniera, empeñada en empoderar a las afganas, era de las mujeres más buscadas por los fanáticos. Trabajaba para la agencia de Naciones Unidas, ONUHabitat y diseñó parques para madres en todo el país, contribuyendo a mejorar así su vida social. Ahora tratan de integrarse pero sin olvidar. Ellos representan la modernidad de un país que los talibanes intentan borrar.

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