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Opinión · Cantando cisnemente

Libertad de prensa

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Esta semana nos hemos enterado de que la televisión pública gallega entrevista a los políticos sin entrevistador, sin periodista. Se manda una cámara con el de la moto, se le pone delante al mandatario y que largue. Se entiende así por fin qué era eso de la libertad de prensa, que consistía en liberar al pueblo de la tiranía de los periodistas y que nos informe el de la moto, que es más de casa.

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Pena que Donmanuel Fraga, urdidor de aquella ley de prensa blandifascista de 1966, ya no esté entre nosotros para aplaudir esta new age de la libertad de información.

Los tecnócratas de la TVG, por su parte, se justifican diciendo que prescinden del periodista para ahorrar costes por la crisis, ya que el de la moto cobra menos. Emprendedores creativos, se llama eso. Me voy corriendo a decirle a mi lechero, en plan country manager senior, que para ahorrar costes prescinda de la vaca.

Ahora que los periódicos se hunden (y es un honor hundirse con algunos) nos damos cuenta de que el error inaugural de Público es que está lleno de periodistas, en vez de haber diseñado su plantilla con los de la moto y con Fraga.

El derecho a la información no justifica este molestar a los políticos con preguntas insidiosas y hasta juicios. Y al de la moto, a la que vuelve, se le puede mandar de paso a por tabaco.

Los periodistas siempre nos hemos creído muy fashion y muy in, y nunca pensamos que podríamos ser sustituidos, sin merma en la calidad de información, por el de la moto. El censor Fraga debe de estar rechinando dientes a la verita de Franco: “Pero coño, Manoliño, ¿como no se te ocurrió a ti entonces eso de mandar al de la moto? ¡Jodío demócrata!”.

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