Opinión ·
Benito Pérez Rajoy
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“Haga como yo, no se meta en política” Ese fue, según parece, el consejo que Franco le dio a Sabino Alonso Fueyo, director del diario Arriba, cuando éste se quejó de las zancadillas que se prodigaban entre las familias franquistas. Sin querer ni por un momento, vincular ni la ideología ni el origen geográfico de uno y otro, estoy convencido de que la frase es uno de los lemas cabeceros de Mariano Rajoy, el zen-didato popular. Un hombre calmo y, sobre todo, parco en opiniones. Desconocemos si las atesora o carece de ellas, el caso es que su silencio sobre cualquier asunto de actualidad o de complejidad, nos dibujan más que a un aspirante, a un esperante. Porque Rajoy se dedica, más que a conseguir, a esperar la Moncloa con la calma de quien aguarda destino con la “opo” aprobada.
Rajoy no es exactamente un político. Es la versión XXI del cesante, figura emblema de la España de la Restauración. En su novela Miau, Benito Pérez Galdós nos retrató a Don Ramón de Villaamil, el prototipo de funcionario que, por el sistema de turnos bipartidista, vive al albur de tornas y pucherazos. La cesantía es el caciquismo español visto desde abajo. Un sistema que ésta nuestra Restauración 2.0 (aka Transición), nos ha devuelto con vigor entre castizos aromas a ladrillo y comisión. Rajoy es un exaltador de esa normalidad a la española. La ideología rajoniana se basa en: no pasarse de listo y no meterse en líos. Como hizo con el Prestige al llevarlo fuera de las aguas territoriales: ante el barullo, traspapélelo a otra ventanilla.
Con Mariano he sentido un hondo escalofrío que ni la foto de las Azores ni los calcetines de Espe me han sabido dar. Fue en ese video promocional (titulado irónicamente Rajoy en acción) en el que le vimos comprando el Marca. Para qué gastar un leuro en el Financial Times o el Adelantado de Segovia, que vienen llenos de líos. Pan y Esteban. Qué innoven ellos. Danacol, azucarillos y aguardiente. Galdós, the final remake.
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Por eso vaticino que Rajoy será un fantástico presidente para los tiempos que nos esperan. Obedecerá al Directorio Europeo, acatará los designios de los mercados, comprará a los chinos, venderá lo que quede del Estado y, a media mañana, cafelito y a ver cómo viene el Marca. Y mientras muta el mundo, Rajoy nos devolverá de regreso a la España del: “Usted no sabe con quien está hablando”. Y no se meta en política, joven
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