Opinión ·
El cansancio del líder
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A menudo, los pueblos se hartan de sus gobernantes. Protestan, desobedecen y finalmente, si el mandamás es realmente insoportable, se insurreccionan.
El pueblo árabe nos está dando lecciones puntuales y emocionantes de ese viejo y eterno proceso. Es normal pues, que los gobernados se harten de su gobierno pero ¿Qué pasa cuando el gobernador se cansa de su pueblo? Ese caso es menos frecuente. Berlusconi, sin embargo, ha decidido sumarse al club: “Me marcho de este país de mierda que me da náuseas” dijo el Cavaliere en una conversación telefónica.
Es extraña la psicología de esos tipos que se hacen llamar “líderes”. Se pasan la vida buscando el amor de las masas, pero si no consiguen moldear al pueblo, se enrabietan. Bolívar fue un señor bajito que libertó a un continente pero que renunció al poder porque estaba hasta el gorro de las peleas entre federales y unitarios, que eran como lo de las autonomías, pero a lo bestia. “Hemos arado en el mar” sentenció, hartito de su gente. Pero si hay un lugar fértil para el hartazgo, ese es España. Ya los romanos advirtieron nuestra ingobernabilidad. O nos volvemos unos cerriles de intransigencia geológica o nos lo tomamos todo a cachondeo. Quizá el mejor ejemplo de esto, lo dio el honesto Estanislao Figueras, presidente de nuestra fantabulosa Primera República. Deseperado por el desmadre en que se había convertido el país, soltó a voz en grito en el consejo de ministros: “Estic fins als collons de tots nosaltres” y se marchó. Fue la primera y última vez que se oyó hablar en catalán a un presidente. Años después trajimos a un rey italiano. Amadeo, se llamaba. Al poco de calzar la corona, concluyó lo mismo que Figueras pero en italiano: “Siamo una gabbia di pazzi” Somos una jaula de locos. Dicho esto, se piró alla maniera Berlusconiana. En los años de la Transición, Pío Cabanillas actualizó este temor tan español a los de tu propia cuerda diciendo: “Cuidado, que vienen los nuestros” frase que Rajoy debe tener en mente a diario.
España cansa a sus prohombres. Y si no los cansa, los aburre. "Me voy a tomar un café, que me duermo" dijo Rubalcaba en mitad del debate de la reforma de nuestra Carta Gansa (perdón, Magna) Los pueblos latinos debemos cambiar de carácter y avanzar en formalidad y obediencia o si no, nadie querrá venir a mandarnos... Bueno, no doy más ideas.
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