Opinión · Cuaderno de Bitácora
El barco que cambió de trabajo
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Embarcamos en el Arctic Sunrise, de Greenpeace, que está en Valencia por la reunión del IPCC. Tras los problemas que tuvo para atracar en el puerto –desde 2003, los barcos de la organización tenían restringido el acceso–, el Arctic Sunrise partirá hoy, rumbo al Mediterráneo.
La labor inicial del barco, antes de que fuese adquirido por Greenpeace, no deja de sorprender. La organización ecologista realizó una acción contra él en la década de los 90, cuando entregaba al gobierno francés equipamiento para la construcción de una pista de aterrizaje en una zona poblada por pingüinos. Uno de sus barcos hermanos –existen dos más, del mismo armador–, faenó como pesquero de focas. Greenpeace adquirió el Polarbjorn (Oso polar), a través de la Arctic Sunrise Ventures Ltd., una compañía que se utilizó como pantalla, pues los dueños de la nave no la hubiesen vendido si hubiesen sabido quien la compraba. Entró en actividad con su nuevo nombre en 1996, en una campaña en el Mar del Norte, para unirse más tarde a la labor de defensa del Mediterráneo.
Desde entonces, el Arctic Sunrise ha llevado a cabo diferentes acciones en el litoral español, como el desembarco en la Isla Canela, en Ayamonte (Huelva), para exigir la paralización de las obras ilegales en defensa del litoral. Otra de sus primeras acciones fue documentando la pesca ilegal de inmaduros cerca de Cádiz e impedir la pesca con redes de deriva, también ilegales, en el Archipiélago de Cabrera (Baleares), protesta a la que se unieron 20 palangreros andaluces y levantinos.
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En 2005, el Arctic Sunrise siguió en nuestras costas. En las Canarias denunció el proyecto del puerto de Granadilla en Tenerife y solicitó la creación de un Parque Nacional en Fuerteventura. Ese mismo año denunció la contaminación de la ría de Huelva, apoyó a los activistas juzgados por oponerse a la guerra de Irak y dio cobertura a la acción contra la Central Térmica de Carboneras.
El barco necesitó una importante reestructuración para su nuevo cometido: se instaló una plataforma para el helicóptero que permite bajarlo a la bodega mediante un ascensor; se colocaron sistemas hidráulicos para poder maniobrar con las zodiacs con el barco en movimiento; se mejoraron la sala de radio y los sistemas de comunicación –algo fundamental para Greenpeace– para poder transmitir, incluso vídeo, casi desde cualquier lugar del mundo. También se acondicionó un cuarto oscuro –sustituido posteriormente por el equipo digital correspondiente– y una sala de edición de vídeo; se incluyeron dos sistemas de desalinización de agua de mar (uno por evaporación y otro por ósmosis inversa); y por último, también se mejoró el espacio de trabajo, añadiendo aire acondicionado. Posteriormente, se reemplazaron los tanques de lastre por depósitos de combustible lo que, unido a la mayor disponibilidad de agua potable, amplió considerablemente su autonomía.
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A lo largo de los próximos días acompañaremos al buque y a los voluntarios que en él viajan en la campaña Route to Bali, que el Arctic Sunrise realizará en el Mediterráneo y que el Rainbow Warrior completa en el océano Pacífico.
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