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Opinión · Puntadas sin hilo

La integridad moral

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La integridad moral, es decir, la decencia, constituye el mayor bien, colectivo o individual, que puede atesorar el ser humano. Y, sin embargo, lo quebrantamos miles de veces:

¿Es moralmente íntegro un Gobierno que en un alarde de indecencia permite que el 48,5% de sus gobernados llegue con estrecheces máximas al final del mes mientras un 51,5% estima que con ellos no va la feria y ese Gobierno lo incita y admite?

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¿Es moralmente íntegra una oposición política alejada de sus esencias y a la que lo único que le preocupa son las poltronas, siendo, eso sí, pretendidamente útiles y aceptadores de los cánones?

¿Lo es una Iglesia espiritual y visionaria de lo eterno, pero la más rica propietaria de los bienes inmuebles y rurales de un país?

¿Son íntegramente morales las casas de usura bancaria, acumuladoras de codicias?

¿O los medios de comunicación que difaman y adulteran?

¿Son íntegramente morales, o moralmente íntegros, quienes cobran trescientos o seiscientos mil euros mientras otros no cobran nada o 420 euros meses y meses? ¿O todo ello es eso que llaman demagogia?

¿Lo son los países que fabrican y venden armas a extranjeros?

¿O quienes almacenan riquezas a la espera de que se revaloricen y así sacarle más ganancia?

¿Lo son quienes consienten que una pera suponga un céntimo para el agricultor y le cueste cinco euros al que se la come?

¿Son íntegramente morales quienes pasan de todo y se consideran árbitros superiores y blindados?

¿Son íntegramente morales los aduladores y pelotas?

¿Lo son quienes tienen doce o tres trabajos en perjuicio de quienes no tienen ninguno?

¿Son morales e íntegros todos los ex de algo?

¿Los padres autoritarios, los hijos sanguinarios?

¿Quienes piensan y disimulan que un papel puede dar la ciudadanía, y, si no, no le curas?

¿Es íntegramente moral todo el que tenga un yate?

¿O los evasores y amnistiados, y los estafadores por muy reales o regios que sean?

¿Lo son los torturadores de animales, con espada o escopeta?

¿O los policías y quienes les mandan que si no usan sus porras y pelotas creen que están en paro?

¿Lo son quienes se llevan las riquezas de sus nuevos colonialismos latinoamericanos y encima se sienten ofendidos cuando los expulsan y creen que se ataca a la patria?

¿Son íntegramente morales quien impide, siquiera sea mínimamente, que sus conciudadanos estudien?

¿Quién pide sacrificios a unos sí y a otros no o menos?

¿Son íntegramente morales quienes apuestan todo a la ruleta alemana, sin saber cuántas balas hay en el tambor?

¿Son íntegramente morales quienes planean suprimir cirugías a ancianos, para qué van a necesitar prótesis de rodillas o caderas, que anden a la pata coja?

¿O quien deja sin ayudas a 400.000 dependientes, de momento hasta 2014?

¿Son moralmente íntegros los optimistas, simples blogueros, que no se inmutan ante el dolor ajeno, y pontifican y sentencian?

¿Son moralmente íntegros quienes no hacen de la integridad moral la mayor causa y justificación de sus vidas?

¿Son íntegros moralmente, es decir, decentes, quienes nunca se arrepienten de nada?

La integridad moral, esa farsa, esa petulancia, esa cruz a cuestas, ese genoma abatido, esa miseria arrastrada de algunos.

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