Opinión · Puntadas sin hilo
Bárcenas y la causa general contra el PP
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Sé que la honorabilidad de todos ustedes es incuestionable y por tanto importunarles con preguntas capciosas e imaginativas es improcedente. Pero no puedo resistirme a plantearles al menos una: si hubieran sido ustedes tesoreros y gerentes de una empresa durante años y en consecuencia fueran conocedores al dedillo de los más arriesgados secretos e irregularidades de esa empresa, ¿los contarían si su libertad personal, económica y profesional estuvieran en peligro? ¿O mantendrían la lealtad a la empresa por encima de todo, aunque le hubieran despedido a plazos dejándole a los pies y criterio de los jueces? En una palabra: ¿cantará Bárcenas o no cantará todo lo que sepa, ya no con ánimo de venganza, sino como técnica jurídica admitida de colaborar con la justicia a cambio de una sustancial rebaja en su posible condena?
Porque si la respuesta es sí, y sabe tanto como se le supone, estamos ante una crisis devastadora para la empresa, el Partido Popular, que conllevaría el derrumbamiento del Gobierno y su acción política. El señor Bárcenas nunca ha dicho ni ha amenazado con el famoso ‘Si yo hablara..., si yo tirara de la manta…’, y que luego casi nunca tiran de la manta y si tiran no hay nada bajo ella. Por eso es tan peligroso el señor Bárcenas, porque no ha amenazado. Pero que se sepa no se ha dado con un martillo en la mano. Si sabe y habla, nuestro sistema democrático no debería aguantar sin la convocatoria de elecciones generales, aunque los seguidores fieles del Partido gobernante serían capaces de volverles a aupar al poder. Si no habla quiere decir que no sabe nada importante, y que toda la documentación encontrada son papeles inútiles que no demuestran ni que hubiera habido sobresueldos ni mucho menos recibís.
Por eso es tan trascendental su ingreso en prisión incondicional y sin fianza. Estamos en el punto álgido de los procedimientos judiciales que acorralan-acorralaban al PP y que calificaba de causa general contra ellos sin razón alguna y con el solo afán de perjudicarles. No hace falta esperar al juicio. La sentencia está en boca de Bárcenas, sin que parezca viable que sus antiguos compañeros le prometan privilegios y fortuna. Hay veces en que casualmente la justicia y la política se hermanan para esclarecer la verdad. Por ello sería innoble que su encarcelamiento sea visto como una medida coercitiva para que desembuche. Esta vez la ley es la ley y un juez es un juez. La lógica jurídica ha sido irreprochable. Tan irreprochable que también sería que los españoles nos alegrásemos por la enorme satisfacción que nos supone que el señor Bárcenas no pueda esquiar este verano.
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