Opinión · Puntadas sin hilo
Escrache moral a la Infanta
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Es muy duro que en el colegio los otros niños le llamen chorizos a tus hijos. Pero un matrimonio bastante feliz, con régimen de bienes gananciales o sin ellos, debe solucionar las causas, que no las justificaciones, por las que se lo llaman.
Si el matrimonio Urdangarin-Borbón hubiera sido inteligente y no engreído, habría abortado de cuajo y desde el primer momento toda acusación del fiscal, devolviendo la totalidad de las cantidades reclamadas, con sus correspondientes intereses y multas, y habrían alcanzado un acuerdo que la ley permite para no llegar a descender por la rampa del juzgado ni el marido ni la esposa.
No ocurrió así y de modo estúpido el asunto ha desembocado en el enconamiento institucional y el descrédito social absoluto. Ya da igual que la juzguen o no, ya está dictada la sentencia de los ciudadanos, ya están dictadas las sentencias de todos los escraches morales a los merecedores: la condena es la reprobación social de todos ellos.
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Deberíamos hacer, si la Policía lo permitiera, un escrache al menos moral a la Infanta. No por el modo en que baje la rampa del juzgado, cuyo interés resulta de difícil explicación más allá del morbo del tal paseíllo, sino por el daño que hace a la institución de la que forma parte, ya bastante deteriorada. Ocurra lo que ocurra en el interior del juzgado, la imputen definitivamente o no, su reputación quedará afectada para siempre. Por escaquearse como esposa ignorante y por no afrontar sus responsabilidades institucionales. Es injusto que el pueblo ya la haya condenado, pero más injusto resultará que no se siente en el banquillo. Dejémonos de vaivenes verbales: con ninguna otra persona se habrían tenido los miramientos procesales que se han tenido con la Infanta. Recordemos que no goza legalmente de privilegio alguno. Solo la figura del Rey es inviolable, no la de sus familiares, por muy sucesores que sean.
El escrache, al menos moral, debería realizarse a una serie de personas que ponen en entredicho el buen funcionamiento social. Por ejemplo, habría que hacerle un escrache al Papa Francisco por actitud práctica ante la pederastia del clero mundial. Habría que hacer un escrache a María Dolores Cospedal por derivar cirugías a clínicas privadas fuera de Castilla-La Mancha. Con el colmo de que posteriormente los hospitales manchegos tampoco se prestan a quitarle los puntos a los operados. Habría que hacerle un escrache, al margen de la sanción penal, a le encargada de un supermercado extremeño que ordenaba a las empleadas alterar las fechas de caducidad de los alimentos. Al ministro Gallardón por su rancia tozudez en defender lo indefendible con su ley del aborto. Al cura párroco de la iglesia Santa Rosa de Santa Coloma de Gramanet que cuando lo detuvieron por abusar de tres niños adujo que les estaba enseñando educación sexual, Al presidente francés Hollande, por haber tirado la toalla del socialismo. A las compañías eléctricas, por su insensibilidad social y avidez económica. Al representante del Partido X que en el coloquio organizado ayer por Público.es afirmó que “los partidos tienen que entender que han perdido el papel central en la vida política”, máxima negación de la democracia ya que a los partidos se les puede criticar con dureza pero no que no sean pilares básicos e imprescindibles. Al ex consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Fernández Lasquetty, al que ya le han dado otro enchufe. A la juez de 1ª Instancia de Badajoz, Raquel Rivas Hidalgo, que ha negado título nobiliario a un ciudadano por ser hijo ilegítimo…
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Los escraches, al menos morales, deberían se instrumentos del pueblo para mostrar su repulsa. Nada que ver con los sambenitos de siglos pasados ni con rupturas de presunciones de inocencias. La presunción de inocencia es un concepto jurídico-penal, pero no exigible fuera de esa órbita. Los escraches deberían ser una Sanción Social Exprés, una especie de, como en los pisos, de Segunda Mano de la reprimenda colectiva, no una diversión, sino una manera de cubrir huecos ante tanta indecencia y desvergüenza. La lista sería interminable, y en el ranking o top ten o “tremending topic” resulta fácil adivinar quienes estarían. Si desean entretenerse… Aunque no sé, no sé a quién pondría yo encabezando la lista; tal vez al Gobierno, que ya se apresta a modificar y endurecer la legislación sobre escraches.
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