Opinión · Puntadas sin hilo
Nunca nada con el PP
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No creo que sea mucho pedir, como única exigencia para votarle, que el PSOE se comprometa previa e indubitadamente a que en ningún caso cogobernará con el PP ni le apoyará en ningún supuesto trascendente aun sin entrar en coalición. Y pedirlo ahora, ante las elecciones europeas, como anticipo de lo próximamente venidero a escala nacional. No es argumento decir ‘ya lo veremos más adelante’, ‘ahora no toca’. Los posibles votantes piden lo que quieren cuando quieren.
Traguemos carros y carretas con su no ruptura con el zapaterismo reciente, con sus imprecisiones territoriales, con sus connivencias eclesiásticas, incluso con sus corrupciones florecidas, pero no se puede tragar un pacto con quien ha dejado a España en los huesos, moral y económicamente. Por muchos extraños compañeros de cama que haga la política, no te puedes encamar ni compartir cuarto con alguien que, me atrevo a decir, sus votantes odian unánimemente. Pase lo que pase. ¿O las bases y los simpatizantes ya no cuentan y hay que apoyar a los mandos hagan lo que hagan y ser consultados en nada relevante? No, las bases no quieren que el PSOE sea la misma y famosa mierda que el PP. Consúltenlo, si no.
No vale decir que Europa y su capitalismo económico no permitirían un acercamiento al ala más a la izquierda. Está por ver. Y en cualquier caso es obligación intentarlo. Tampoco se trata de la revolución, que tantos quisieran. Ni de cambiar pacíficamente el sistema, que tantos quisieran. Tampoco lo pretende IU. Se trata de que haya un poquito más de justicia social, de que a los desprotegidos se les proteja un poco más. Es pedir bien poco. Pero es algo que no se conseguiría yendo a pachas con la derecha. Parece mentira que no la conozcan. No sirve el ejemplo de Alemania, no sirve el ejemplo de Extremadura, son situaciones y causas distintas. Pero lo que resulta políticamente inadmisible es que el Gobierno de España sea un apaño para conservar el poder. Eso, conservar, no progresar. Que no se quejen si los disconformes, sus maltratados, le abandonan y se pasan a la abstención. Porque la abstención tiene nombre de pecado, pero no lo es. Como tampoco es una virtud cardinal de justicia, fortaleza, prudencia y templanza. Es un hecho sociológico: los descontentos, ocasionales o crónicos, se abstienen como castigo pero no dan su voto a otra opción. Esto tendría remedio si el PSOE no se traicionara a sí mismo y quisiera comenzar la remontada: Nunca nada con el PP. Con eso, creo, bastaría para que la razón y la dignidad de los socialistas se impusieran. Señores del PSOE, ustedes tienen la palabra.
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