Opinión · Asaltar los Suelos
El Ciudadanos que nos espera
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Tras el fracaso de las negociaciones, los partidos vuelven a situarse en la línea de salida. Pero en esta ocasión… ¿va a ser todo igual?, ¿vamos a ver una nueva campaña o nos enfrentemos a la segunda parte de la película que vimos hace unos meses? Las fallidas negociaciones para formar gobierno van a ser un elemento central, pero el nuevo arco parlamentario que nació del 20D va a tener una especial repercusión en uno de los partidos: Ciudadanos.
Hace unos meses, la formación naranja partía de un escenario completamente distinto: había conseguido unos muy buenos resultados en las elecciones catalanas que les convertían en líderes de la oposición y la figura de Albert Rivera era un activo en alza. Se comenzó a crear una burbuja naranja en las encuestas que mostraba a esta formación como una pieza fundamental para el próximo gobierno (algunas le daban el segundo puesto). Sin embargo, llegaron las elecciones y como todas las burbujas, la de las encuestas de Ciudadanos explotó convirtiéndose en la cuarta fuerza más votada. Puesto nada malo teniendo en cuenta que era la primera vez que se presentaban, pero muy inferior al que se anunciaba.
Ahora, pese a haber rentabilizado al máximo cada uno de sus 40 escaños durante las negociaciones, la imagen de Ciudadanos es completamente distinta: las encuestas les dan un pequeño retroceso en escaños y ya no son capaces de venderse como una opción de gobierno.
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¿Cómo se va a reflejar esto en la campaña electoral? De momentos ya nos han dejado unas pinceladas. Por ejemplo, en el debate frente a Pablo Iglesias en Salvados, Albert Rivera dejó de ser el candidato dispuesto a dialogar y se envolvió en una estrategia de acoso y derribo. Dejó en un segundo lugar sus propuestas para echar en cara a Iglesias un argumentario que busca la simpatía de un votante de derechas: el fantasma del comunismo por la incorporación de IU en coalición y una supuesta vinculación con el gobierno de Maduro (sacándole de paso rendimiento a su reciente viaje Venezuela). Además, dibujan a Mariano Rajoy, que no al PP, como un “podemita”, como hizo recientemente en sus declaraciones del cheque ave.
Con esta estrategia Rivera busca dos cosas. Por un lado, quiere evitar un trasvase de votos de Ciudadanos al PP. Para ello, se hace valor de haber excluido a Podemos como socio de gobierno del PSOE y trata de dibujar a Mariano Rajoy como un líder débil e incapaz de frenar a la “radical” formación morada. Por el otro, busca aumentar su representación apelando a la población que se mueve ideológicamente en un segmento más derechista, aireando el fantasma del comunismo y erigiéndose defensores de los derechos humanos, con Venezuela como telón de fondo.
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El resultado de esta estrategia en la campaña electoral que inauguramos es un Ciudadanos distinto al que vimos en el 20D. Más dado a convertir un debate en una pelea en el barro, con una campaña en el que sus medidas programáticas pasaran a ocupar un discreto segundo lugar y priorizando las fotografías que Rivera nos ha ido dejando durante la precampaña. Un ejemplo de lo que podríamos comenzar a denominar “la nueva vieja política”.
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