Opinión · Balagán
Vuelan berberechos en Irak
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Estados Unidos ha puesto en marcha una campaña de ayuda humanitaria a los cristianos y otras minorías del norte de Irak que están amenazadas por el Estado Islámico y el califa Ibrahim.
Esta ayuda es sin duda bienvenida, aunque para cientos de miles de cristianos llegue demasiado tarde.
Se estima que cuando los americanos invadieron Irak en la primavera de 2003 había en este país alrededor de 1,4 millones de cristianos. La ocupación se prolongó durante ocho años y para entonces el número de cristianos estimados era de unos 450.000.
Es decir que los cristianos se redujeron a una tercera parte en los ocho años que duró la ocupación americana. Como sea que su éxodo ha continuado a buen ritmo desde la evacuación americana es muy posible que el número de cristianos haya disminuido todavía más significativamente en los últimos años.
Tirarles bolsas de comida a los que aún quedan en el norte de Irak y están amenazados por el Estado Islámico es encomiable, pero seguramente no va a reducir el ritmo del éxodo. La presencia cristiana en Irak puede ser muy pronto una cosa del pasado.
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La semilla del mal se plantó en 2003, cuando el eje del bien, y más específicamente los ideólogos neoconservadores del presidente Bush hijo, se propusieron acabar con las inexistentes armas de destrucción masiva de Saddam Hussein y exportar la democracia a Irak.
Es una lástima que todos aquellos ideólogos no hayan pagado por sus fechorías y sus mentiras, y que más de una década después sigan impartiendo clases en las universidades americanas y copando puestos en lo que demasiado benévolamente se llama "centros de estudios estratégicos", y que en realidad suelen ser nidos reaccionarios desde los que se diseña la política exterior de Washington, y por ende la política exterior de sus aliados, incluido el fantasma de la Unión Europea, también para este convulso Oriente Próximo.
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Estos días los aviones americanos están descargando sus alimentos en el norte de Irak. Quizás incluso en el menú haya latitas de berberechos. Si las hay, no son más que un apósito insignificante con el que no se remedian los males ingentes que los americanos han causado en ese país queriendo exportar la democracia a toda costa y a cualquier precio, por no hablar de otros países de la región.
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