Opinión ·
El autobús de Hazte Oír y las feministas radicales
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A estas alturas de la película, y tras las felicitaciones de Vox a Irene Montero por su la ley misógina que pretende su Ministerio, aún sigue apareciendo en redes sociales el famoso autobús de Hazte Oír para intentar desacreditar a las feministas que critican esta ley.
Se sigue usando el autobús de Hazte Oír contra feministas radicales, dando a entender que pensamos lo mismo. Es obvio que el autobús de HO pretende que tener vagina o tener pene, siga marcándote las pautas de conducta. Que las mujeres sigamos ciñéndonos a los roles marcados por nuestro sexo para que los hombres puedan disfrutar de todos los privilegios que les da al patriarcado por tener pene. Vox y Hazte Oír son defensores del género y de todo lo conlleva, como buenos misóginos. Luchan activamente para que nada cambie y para ello incluso niegan que exista la violencia machista.
Por otro lado, estamos las feministas, con una teoría sólida de tres siglos y una agenda clara: abolir el género que el patriarcado genera en torno a nuestro sexo. Nuestra lucha no es contra las personas transexuales, muy al contrario, nuestro mayor enemigo es justamente los misóginos de ese autobús, que pelean cada día para difuminar qué es el género, para que la gente crea que la violencia no tiene género. Ellos fomentan los mandatos de género, nosotras luchamos para deconstruirlos: el rosa no es de niña, el fútbol no es de niños, las muñecas no son cosa de niñas, los camiones no son cosas de niños.
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Hazte Oír y Vox, con ese autobús, defienden -como el patriarcado- que el sexo debe seguir siendo segregado, y las niñas y niños deben recibir una educación adecuada a su sexo. Las feministas radicales nos llamamos así porque el feminismo radical (iniciado en los años 70) fue la corriente que elevó el sexo como la herramienta que el patriarcado usaba para segregarnos, para darle privilegios a los hombres en detrimento de las mujeres. No es difícil llegar a la conclusión de que mientras unos perpetúan el sistema patriarcal y lo defienden, las otras intentan que nuestro sexo no es motivo para nuestra opresión. Que no por nacer XX debamos acabar en granjas de vientres de alquiler, o abortadas selectivamente en países como India o China, o víctimas de la mutilación genital, o captadas por mafias para prostituirnos, o ser víctimas de la violencia obstétrica y del androcentrismo médico, o discriminadas constantemente a la hora de buscar de trabajo -en beneficio de los hombres- cuando estamos en edad reproductiva. Entre un millón de violencias y discriminaciones más que se deben únicamente al sexo con el que nos tocó nacer.
Mientras ellos quieren que nada cambie, nosotras luchamos para derribar los muros mentales de su ideología misógina. Decir que somos lo mismo porque ellos se alegran y se regodean en un constructo social mientras que nosotras lo sufrimos en nuestras carnes y peleamos por su eliminación es, sencillamente, no haber entendido nada. O haberlo entendido pero hacer como si no, que para el caso lo mismo es y el mismo daño nos hacen.
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Nadie que se diga feminista está en contra de los Derechos Humanos de las personas transexuales. Lo habrá leído muchas veces en las redes de políticas y políticos de Podemos: "los derechos de las personas trans son Derechos Humanos". Nadie dice que no lo sean pero si lo repites mucho, acabas convenciendo a mucha gente de que debe haber alguien que está en contra. ¿Y quienes son esas alguienes? Pues debe de tratarse de las feministas que se oponen a una ley misógina, conocida como ley trans. Debe ser que son tránsfobas, que odian a las personas transexuales, que no han entendido que están más oprimidas que ellas. Después de mucho repetirlo, las feministas somos vistas ahora como las verdaderas tránsfobas de la sociedad. Ni Vox ni Hazte Oír ni los agresores o asesinos de transexuales, sino las feministas. A poco que lo piensas, bueno, no tiene mucho sentido, pero es que no fomentan el pensamiento crítico, solo repiten consignas como esa frase de los DDHH o esta otra: "Las mujeres trans son mujeres". En su empeño por señalar a las demás como tránsfobas, son precisamente quienes el quitan el trans a las personas trans quienes niegan su realidad. A la vez que difuminan la realidad que conlleva nacer con vagina en un sistema patriarcal y androcéntrico, difuminan también la realidad de las personas transexuales, englobándolas a ellas junto con las personas transgénero. Una persona transgénero puede no hacer ningún tipo de transición según la teoría que defienden. Una persona transgénero es, por ejemplo, quien nace con pene, ha sido socializado como hombre, ha hecho su vida sin ningún tipo de disforia o mandato de género femenino, es leído por la sociedad como un hombre más, pero en algún momento de su vida dice ser mujer pero no por ello va a prescindir de su armario, de su barba ni, por supuesto, de su pene. Pero es una mujer trans. ¿Se parece esto en algo a la realidad de una mujer transexual que ha sufrido disforia toda su vida? ¿Se parece la realidad de esa persona transgénero al resto de mujeres? ¿Qué violencia o discriminación recibe esa persona que se parezca mínimamente a la mía? ¿En qué se parece la vida y experiencias de una mujer transexual a la de esa persona?
Esto es lo que hace el llamarlo a todo "trans". Y mas tarde, quitar el trans. Todas somos mujeres. Tanto yo, como una mujer transexual como aquellas que no transiciones de ningún sitio a ninguna parte. Que, ojo, cada persona es un sentir y puede vivir la vida que desee, solo faltaba. Pero es que no estamos hablando de individualidades, estamos hablando de elevar a categoría política un sentir. Los estragos de esta ley ya son denunciados en otros países donde se ha implantado por colectivos y organizaciones feministas. Desde deportivas hasta de víctimas de la violencia machista en sus muchas formas. Pero eso no para a Podemos, que insiste en que las "mujeres trans son mujeres". Las mujeres transexuales son mujeres transexuales, e invisibilizar su realidad no es pelear por ellas, mucho menos si las metes en el saco de quienes no tienen ni idea de qué es sufrir violencia tránsfoba porque jamás nadie lo percibiría como persona que ha transicionado.
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Decía Celia Amorós que para politizar correctamente hay que conceptualizar bien. Justo lo opuesto que defienden ahora en Podemos y en un sector de la "izquierda" neoliberal, que por algún motivo que aún muchas no entendemos, juegan a convencer de que ser mujer no conlleva una realidad material, sino que es una decisión individual. Este discurso neoliberal e individualista no puede nunca ser defendido por un partido que se dice de izquierdas y preocupado por lo común. Lo común es la violencia que recibimos las mujeres a cuenta del sexo con el que nacemos, que nada tiene que ver con la realidad de quien no transiciona, por ejemplo. Vox defiende que la violencia no tiene género y Podemos que el género es elegible y una decisión personal. Es decir, que la felicitación de Vox a Podemos tiene sentido: ambos están de acuerdo en que esta ley difumina qué es el género. Un género que no ha sido abolido y que si se sigue renegando que es una construcción social impuesta y que tiene una raíz clara, el sexo, jamás podrá ser eliminado.
Si nos impiden conceptualizar bien, si recibimos agresiones por denunciar que el sexo es lo primero que necesita el patriarcado para oprimirte o hacerte opresor, ¿cuál es el sujeto de esta lucha? ¿Por qué motivos estamos luchando en el feminismo entonces? ¿Cuáles son las reclamaciones de la persona transgénero que solo cambia su nombre? ¿En qué se parece a las de las mujeres?
Y mientras en Podemos sigue y siguen atizando el debate cada vez que le interesa, por motivos que siempre nos son ajenos, la lucha feminista debe parar y defenderse de los ataques de los defensores de esta teoría imposible de legislar sin que seamos las mujeres las que paguemos los platos rotos, como ya sucede en otros países. Se ve que teníamos pocos frentes abiertos entre los feminicidios, las manadas, los vientres de alquiler, las mujeres prostituidas, el machismo estructural en lo laboral, las agresiones sexuales que siguen llegando comisaría cada pocas horas cada día del año. No pueden seguir quitándonos tiempo y energías, no ya es que no sea feminismo, es que no es ni decente seguir por este camino. El tiempo que dedican a azuzar el avispero es enormemente desproporcionado si tenemos en cuenta la gran porción de población que está sufriendo estragos económicos, violencias específicas, desatención médica. El Ministerio de Igualdad debería estar clamando al cielo que no es posible que sigan asesinando y violando a mujeres, no preguntando abiertamente día sí, día también qué es realmente ser mujer:
"¿Qué es ser hombre y mujer? ¿Cómo se conceptualiza en las diversas teorías el binomio sexo-género y cómo se traslada a los derechos y políticas públicas? ¿Cuál es el nivel de hormonas que tenemos que tener para ser consideradas hombres o mujeres? ¿Cuánta talla de pecho tenemos que tener para ser hombre o mujer? ¿El sexo son sólo los genitales externos o es también el nivel de hormonas tradicionalmente consideradas por la biología masculinas o femeninas? ¿Es el sexo algo genético? Ese debate es muy interesante. No es nuevo en el movimiento feminista, pero quizá nos aporte una visión poco útil a la hora de diseñar políticas públicas”.
Ser mujer es lo que me pasa a mí, y lo que te pasa a ti, Irene. Que no eres Irene sino "la pareja de Pablo Iglesias", y yo no soy una mujer, sino un hombre haciéndose pasar por. Ser mujer es que la prensa misógina de este país no tenga ningún reparo en difundir una ecografía íntima y privada que solo te pertenecía a ti; o que le ginecóloga me presione para ser madre. Ser mujer es que tener tres hijos es mucho y está mal, y tener cero está aun peor. Ser mujer es que muchos crean que ocupas tu cargo porque tu novio es quien es. Ser mujer es volver de la baja maternal y que nadie se entere porque tu propio partido está ocupado laureando a tu pareja por volver de la suya. Ser mujer es que te despidan estando embarazada, o que ni siquiera te contraten porque prefieren a tu competidor hombre, que seguro que ni se preña ni se le presupone el hecho de dejar nunca su puesto de trabajo por la fiebre de una criatura. Ser mujer lleva añadidas muchas más cosas, lo que no es, por supuesto, es un "debate interesante". Nuestro género es una construcción social generada en torno a una realidad contrastable, el sexo. Y tienes una responsabilidad para con todas nosotras que no solo estás desatendiendo, sino que estás maquillando para que parezca que tu cometido en el Ministerio de Igualdad es otro. Mejora las vidas de las mujeres, no las empeores o hagas leyes no garantistas.
Y si te puedo pedir algo más, te diría que le des un toque a todos los machos de tu partido que sacan este autobús para confundir y equipararnos a las feministas con Hazte Oír. También lo merecen aquellos que nos explican cosas constantemente, cosas que sabemos no solo mejor que ellos, sino que nosotras sabemos y ellos no. Porque como dice una amiga mía parafraseando a Rebecca Solnit: "los hombres de Podemos me explican cosas".
Te firma todo esto, ante todo, una votante de Unidas Podemos.
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