Opinión · Bulocracia
Salvador Illa acapara burlas y bulos: "La culpa la tiene Illa"
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Si hay una ocupación que no requiere de título alguno, esa es la de político. Lo hemos dicho más veces. Puedes estudiar Ciencias Políticas por vocación o por lo que quieras, pero no te van a pedir un diploma para ser político. Puedes estar en las listas de cualquier formación siendo incluso analfabeto, que si tu nombre entra entre los más votados, accederás a un puesto político público sin problema alguno.
Por eso no se acaba de entender que determinados políticos se hayan obstinado hasta ahora en tratar de probar cuánto han estudiado, cuando nadie se lo ha requerido. El mejor ejemplo lo tienen en el Partido Popular y su nombre es Cristina Cifuentes y su máster, sin olvidarnos de Pablo Casado y el suyo.
Aclarado esto, que así es, matizar que la profesión más prostituida en España no es la de político, ni mucho menos. Es la de periodista. Tampoco te pedirán jamás el título salvo que acabes de terminar la carrera y quieran contratarte por convenio con una universidad, lo que puede aportar al ilusionado becario la asombrosa cantidad de 290 euros al mes en concepto de "ayuda al transporte". Por ejemplo. La carrera de periodista es la única en España que si llevas ejerciéndola cinco años, puedes pedir que te den el título. Si no eres medico y ejerces la Medicina, esa práctica sería un grave un delito, o en el mejor de los casos serías curandero. Pero en el Periodismo no es que haya intrusismo, es que sigue valiendo todo.
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Pataletas aparte, volvamos a la 'profesión' de político, donde abundan los abogados pero hay de todo y de nada. No hay muchos politólogos salvo en Podemos, algunos docentes de universidad, además. El caso es que en esta tercera ola de la Covid-19 está surgiendo también en las redes del lado derecho y más allá un frente común contra el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Él es ahora el 'puchimbol'.
"La culpa la tiene Illa", se dice en estos sitios donde por fin se han enterado de que el ministro de Sanidad es él y no Fernando Simón, al que han defenestrado hasta el extremo desde marzo del año pasado cuando empezara a comunicar la incidencia de la Covid como portavoz de Sanidad. Aunque Simón 'ha estudiado', es médico epidemiólogo y eso le llevó a la dirección del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad en 2012, tampoco les servía a sus detractores como aval de su experiencia. Preferían criticar sus chaquetas de lana y sus pelos.
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Ahora son esas mismas redes las que cargan contra Illa y se burlan de él, sobre todo desde que a finales de año anunciara su candidatura a las elecciones catalanas, que se toma "como un acto de servicio", porque está "listo para ayudar desde donde pueda ser más útil". Le atacan con argumentos variopintos, lo que se les ocurre, como que "Salvador Illa, ministro de Sanidad, es filósofo, de medicina no tiene ni P... idea, esto explica muchas cosas".
Salvador Illa, además de ser licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, estudió un máster en Economía y Dirección de Empresas en el IESE-Universidad de Navarra, que también ayuda. Luego fue durante años concejal y alcalde de su pueblo, la Roca del Vallés (Barcelona); director general de Gestión de Infraestructuras del Departamento de Justicia de la Generalitat, director de la productora audiovisual Cromosoma en 2009 durante unos meses, director del área de Gestión Económica del Ayuntamiento de Barcelona y coordinador del Grupo Municipal Socialista; y gerente de Empresa, Cultura e Innovación del mismo consistorio. Pero sobre todo fue una pieza clave del PSC frente al independentismo en Catalunya "por su carácter negociador", que en su partido ven como un potente aval para postularse a president de la Generalitat.
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Illa "es filósofo", que tampoco viene mal en estos tiempos, pero atesora otros méritos a lo largo de su vida. Médico no es, eso es cierto; aunque delega en Simón, que sí lo es. Poco importa por esos lares de Internet. Se podrá criticar la gestión de Illa al frente del Ministerio de Sanidad con datos objetivos en la mano, por supuesto, pero tirar de que es filósofo para tratar de probar su ineptitud parece bastante necio a estas alturas.
Isabel Díaz Ayuso, por ejemplo, es licenciada en Periodismo, tiene un "Máster en Comunicación Política y Protocolo" y complementa su currículum la sinigual creación y gestión del Twitter del perro de su jefa, Esperanza Aguirre: "Me llamo Pecas y vivo en Malasaña con una rubia castiza. Incontrolable. Liberal. Seductor". Y ahora Ayuso es presidenta de la Comunidad de Madrid. Cada cual hace carrera a su manera.
Salvador Illa ya es protagonista de la carrera hacia las elecciones catalanas y, como sale del Gobierno, aún propiciará más atención que otros, y más bulos. Algunos tan simples como el recién difundido por Altavoz de Sucesos, pero ya eliminado, que afirmaba que este cambio en su carrera política ya le motiva a hacer guiños a Catalunya: "Escándalo de Salvador Illa: ¡pone la bandera de Cataluña en Moncloa!".
"Salvador Illa no ha tenido reparo alguno en poner la bandera de Cataluña en una rueda de prensa desde Moncloa", proseguía el asunto, ilustrado con una imagen del ministro con la bandera catalana detrás junto a la de España y la de la Unión Europea. Y lo cierto es que la rueda de prensa, sobre la incidencia de la Covid, se celebró el 16 de enero en la Delegación del Gobierno en Cataluña y no en la Moncloa. De ahí la senyera.
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