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Opinión · Buzón de Voz

Contra la corrupción (¿con IVA o sin IVA?)

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Corren tiempos en los que, al menor descuido, alguien te atiza con un dec?logo de medidas anticorrupci?n. Ayer mismo, Mariano Rajoy lanz? su plan de propuestas, casi todas aceptables y sensatas, sin aclarar por supuesto una duda razonable: ?qu? tal si en lugar de proponer tantas medidas se esforzaran simplemente en
cumplirlas?

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Ocurri? algo similar hace un a?o, tras el desmoronamiento de Wall Street que el Nobel de Econom?a Joseph Stiglitz interpret? como ?la ca?da del Muro para el capitalismo?. Entonces se alzaron m?ltiples voces (Sarkozy, Merkel, Brown o hasta el mism?simo Alan Greenspan) a pregonar la necesidad de una ?refundaci?n del sistema?. Surgieron propuestas como setas en oto?o lluvioso: nuevos ?rganos reguladores, transparencia financiera, limitaci?n de bonus a los altos ejecutivos, c?rcel para banqueros desaprensivos, despedida y cierre a los para?sos fiscales, nacionalizaciones a granel... La losa bajo la que hab?an sepultado las teor?as econ?micas keynesianas vol? en cuesti?n de horas y hasta hubo quien lament? el desprecio hacia Marx ejercido durante las ?ltimas d?cadas por la ola neoliberal triunfante. De repente, result? que pap? Estado no era un padrastro peligroso sino el mantra imprescindible para salvar a un mont?n de hijos irresponsables.

La mayor?a de esas voces eran las mismas que hab?an defendido, aplicado o consentido durante a?os exactamente el modelo de pol?tica econ?mica que provoc? el cataclismo. Parec?an un grupo de beodos con una borrachera socialdem?crata repentina.

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Algo as? empieza a intuirse en este atrac?n de iniciativas contra la corrupci?n, planteadas a menudo por los mismos dirigentes que han asistido impert?rritos, silenciosos o despistados durante a?os a la extensi?n de esa mancha de verg?enza que sonroja en las encuestas a pr?cticamente toda la clase pol?tica. Injustamente, puesto que ese ?todos son iguales? no deja de ser una coartada al estilo del ?yo soy apol?tico?. Esas sentencias suelen esconder posiciones escoradas m?s bien a diestra que a siniestra, a juzgar por las reacciones
de cada cual a las denuncias y por los resultados electorales correspondientes.

Todos responsables

Rajoy no descubre Am?rica pero acierta cuando dice que ?la corrupci?n est? en la naturaleza humana?. Cabr?a a?adir que parece estar m?s en la naturaleza humana latina que en la sueca, por ejemplo, y algo tendr? que ver tanto siglo de picaresca, monarqu?as corruptas, caciquismos, golpismos, dictaduras... y por ah? hasta el manual m?s tramposo y reaccionario del mundo: el refranero.

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No todos somos iguales, pero la corrupci?n, como la caridad, empieza por uno mismo. Obviamente quienes manejan el poder tienen un plus de responsabilidad, pero conviene no olvidar que los pol?ticos se supone que representan al resto de la colectividad y que conviven y se educan en el mismo esquema de comportamientos morales que los dem?s. La corrupci?n no consiste s?lo en el cohecho puro y duro, en el robo o en la estafa. Mil formatos de actuaciones corruptas cruzan de cabo a rabo ese 20 o 25% de econom?a sumergida que lastra desde siempre el maldito Producto Interior Bruto. Enga?ar a Hacienda es corrupci?n, por muy listo que se crea quien lo logra; preguntar al fontanero o el fontanero al cliente ??con IVA o sin IVA?? no tiene otro nombre que corrupci?n.

Las propuestas lanzadas ayer por Rajoy son tan aprovechables y l?citas como las que plantea el PSC en Catalunya. Tantos mandamientos se encierran en unos pocos: transparencia absoluta en los contratos p?blicos y en la financiaci?n de partidos; prevenci?n, investigaci?n y castigo de los delitos; recuperaci?n del dinero robado; simplificaci?n de tr?mites con las administraciones; medios t?cnicos en la justicia para afrontar delitos econ?micos... Pero, sobre todo, una nueva cultura democr?tica; una reinvenci?n del sistema, que no consiste solo en la mera sucesi?n de procesos electorales, sino en una participaci?n abierta, basada en las mayor?as pero respetuosa y atenta a las minor?as. Controles rigurosos y eficaces, y partidos con proyectos ilusionantes que devuelvan la confianza en la pol?tica.

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