Opinión · Ciudadano autosuficiente
Cómo convertir la fast fashion en slow fashion
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La moda rápida o fast fashion, según explica la wikipedia, sigue la técnica de la respuesta rápida (quick response). Supongamos que alguna red neuronal averigua mediante big data que los impermeables hasta los pies de color rojo plateado se van a vender bien. La industria de la moda es capaz entonces de fabricar millones de impermeables de este tipo en diversas tallas y colocarlos en el plazo de una semana en miles de tiendas repartidas en todo el mundo. Desde que se detecta el nuevo producto hasta que el primer comprador se lleva uno pasan pocos días, diez a los sumo. Una semana después el producto ya está olvidado y la siguiente novedad toma su lugar.
En la práctica la fast fashion renueva el stock de las tiendas a un ritmo frenético. La mayor parte de los millones de toneladas de algodón y poliéster (los materiales más usados por la industria de la moda) que canaliza el sistema de respuesta rápida terminan vendidos y en el armario de los compradores. Los consumidores pueden comprar una prenda nueva todas las semanas y a veces todos los días. La moda rápida también es barata, pero a veces es de mala calidad y se rompe en poco tiempo, obligándote a comprar más a menudo. Al final los armarios se llenan a reventar y terminan por quedarse pequeños. La gente comienza a no saber qué hacer con tanta ropa e, inevitablemente, empiezan a crearse montañas de residuos textiles.
La solución de enviarlos al tercer mundo ya no funciona, algunos países como Kenya han prohibido la importación de ropa usada para proteger su industria textil. El reciclaje de estos materiales no es fácil por su contenido en poliéster. Eso sin contar los daños ambientales de la producción y venta masiva de ropa (por ejemplo, el poliéster se deshace en micropartículas que terminan en el agua de beber) y las malas condiciones laborales de los trabajadores del sector en países como Bangladés, inmenso taller de la fast fashion (como se demostró en la tragedia del edificio Rana Plaza, en Daca, en 2013).
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La industria de la moda está cayendo en la cuenta de que la fast fashion tal como funciona ahora es pan para hoy y hambre para mañana, y que hay que encarrilar a la industria de la moda en el camino hacia la sostenibilidad. Mientras eso comienza a funcionar, ¿qué podemos hacer nosotros para que la situación mejore, sin dejar de comprar la ropa que necesitamos en las tiendas de estas marcas globales? Ahí van cinco ideas.
Elige prendas de un solo material. Puede ser algodón o algún material sintético, pero rechaza las mezclas, especialmente las de algodón con poliéster. Las mezclas se reciclan muy mal, terminan en la basura o en el mejor de los casos convertidas en trapos bastos y alfombrillas. ¿Cómo hacerlo? Consulta la etiqueta, ahí tienes toda la información.
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Elige prendas lo más simples posibles. Rechaza apliques de plástico, lentejuelas, estrellitas brillantes y otros adminículos. Toda esa parafernalia se desprenderá de tu ropa y hará que tengas que tirarla antes que después.
Investiga la sección “eco” de la tienda. Todas las grandes marcas están abriendo secciones de moda sostenible, ecológica o responsable. Por ejemplo, prendas de algodón “orgánico” (procedente de la agricultura ecológica).
Aprovecha los contenedores de recogida selectiva de ropa que cada vez tienen más tiendas para llevar tu ropa usada. Indaga sobre las posibles ventajas que puedes obtener a cambio.
Utiliza los canales de comunicación para porfiar por una moda sostenible. Todas las megamarcas son muy sensibles a su imagen pública en las redes sociales.
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