Opinión · Ciudadano autosuficiente
Cinco cosas que Madrid podría aprender de Berlín
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Tras una estancia de tres semanas en Berlín he podido apreciar algunas diferencias con Madrid que me han resultado muy interesantes. Sin caer en el clásico “somos un desastre, mira como hacen las cosas en Europa”, tampoco sobra señalar las cosas buenas si eso nos ayuda a importarlas y, con la adaptación necesaria, aplicarlas para hacer de nuestra ciudad, una ciudad más amable y sana. Aquí escribo sobre cinco percepciones que he observado durante mi ausencia allí.
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Transportes alternativos
A estas alturas no voy a hablar sobre la necesidad de establecer espacios para otros transportes como las bicicletas y patinetes es muy evidente. Pero quizás no se habla tanto de una de las sensaciones más importantes para quien los maneja: seguridad. Aunque Berlín tiene margen de mejora me ha parecido un gustazo saber que casi siempre tienes un espacio para ir con la bici y no sentir a los coches que están deseando encontrar cualquier hueco para adelantarte cuál piloto de fórmula uno. Es cierto que si no conoces la ciudad, a veces puede ser un poco confuso ver por dónde van los carriles o lo de las aceras compartidas pero, aún así, sientes que la cultura tiene mucho más integrada estos transportes, es decir, que la tolerancia y el respeto hacia y desde estos transportes es mayor.
Y, aunque esto no es vivencia personal, creo que es relevante mencionar que extender el uso de la bicicleta puede tener un enfoque de género. Así, una amiga residente allí, me comenta que, especialmente en algunas zonas, se siente más segura paseando en bicicleta que si fuera andando.
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Menos contaminación lumínica
Aunque a mi parecer en Madrid tenemos farolas por encima de nuestras posibilidades, reconozco que las primeras noches en Berlín se me hizo rara la poca luz artificial de la noche. Pero con los días (o noches en este caso) una persona se da cuenta de que con menos farolas y con menos cultura comercial derrochadora de luz (escaparates encendidos toda la noche o pantallas gigantes publicitando 24h) la ciudad es perfectamente habitable y más saludable.
Calefacciones distritales
Aunque no hay que olvidar que el consumo energético alemán es mucho más dependiente de combustibles fósiles que el español y es un aspecto a mejorar de Alemania, Berlín muestra por la ciudad torres de centrales térmicas que ofrecen calor a bloques de manzanas enteras. Esto, en términos de eficiencia energética es mucho mejor que las calderas individuales. Si el sistema pudiera funcionar con otro combustible (hay ejemplos de sistemas distritales alimentados con energía renovable), estaríamos hablando de un gran sistema de calefacción.
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Naturalidad de los espacios verdes
Frente a los parques adoquinados, los alcorques tapados o los jardines ultra moldeados por y para el humano, Berlín tiene muchísima más “naturalidad” tanto de sus espacios verdes como en las mismas calles. Esto se traduce en corredores naturales que acaba resultando en mayor biodiversidad. Con cuidados de mantenimiento pero dejando estos espacios verdes “naturales”, la expresión de la naturaleza es mucho más fuerte y diversa, tanto en plantas como en animales: garzas, gansos, liebres, mapaches, zorros, insectos… Me dijeron que no era normal, pero hasta con un zorro me crucé una vez a 10 minutos de la estación central de Berlín.
Aire limpio
En realidad esta diferencia no es algo que podamos traer, sino que es una consecuencia de todo el resto de diferencias: aire mucho más limpio. Llegué a Madrid después de tres semanas allí y, a las pocas horas ya noté un picorcito en la garganta y una nariz más congestionada, más estornudos y gafas más sucias. Seguro que no es nada novedoso para las personas que vivís en el medio rural o en núcleos urbanos más pequeños, pero es que en este caso venía de una ciudad con más de 3,5 millones de habitantes. No es moco de pavo.
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Todo esto me hizo ponerme un poco negativo. No lo pude evitar. En estos aspectos Berlín parece una ciudad mucho más amable y, aunque Madrid tiene cosas que me encantan, me entró una sensación de que esta ciudad tarda mucho en cambiar sus dinámicas no sostenibles. Aunque las personas estemos cada vez más concienciadas y cambiamos gestos de nuestro día a día, el plano urbanístico –que es en el nivel al que sería posible cambiar las diferencias mencionadas–, parece que Madrid va unos cuantos pasos por detrás y va lentamente en cuanto a planes de urbanismo y movilidad. En un ejercicio de positividad pensé que por la propia definición de insostenibilidad, hay ciertas cosas que caerán por su propio peso y acabé pensando que solo nos queda mejorar. Y es ilusionante pensar que tarde o temprano respiraremos mejor en Madrid. Ahora solo queda hacer porque no se demore más tiempo.
Darío Montes
Fuente: Wikipedia Commons Autor: Assenmacher
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