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El reto de la asistencia psicológica en personas migrantes

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Una mujer acompaña a su hija de 4 años ingresada con sarampión en la clínica de Médicos Sin Fronteras de Jamtoli. Debido a la negación de atención sanitaria a la comunidad rohingya en Myanmar, la mayoría de los niños no están vacunados, por lo que un brote de sarampión o rubeola puede tener consecuencias muy graves. Foto: Ignacio Marín.

José Aragón (@sejoluis)

La migración es un proceso de transformación que afecta de manera transversal a aquellos que se enfrentan a esta situación. Cada suceso acontecido desde el momento en que se abandona el lugar de origen, es una montaña rusa de sentimientos y altibajos emocionales ante la nueva realidad que se enfrenta.

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Dejar atrás todo lo que se posee supone un reto mayúsculo, un profundo duelo para quien emigra. Estar lejos de todo lo que fue construido junto a familiares y amigos, representa una reestructuración personal del individuo, comprendiendo esos nuevos códigos sociales en los que se mueve. Es aprender a vivir con dos realidades al tiempo.

Es entonces necesario que los acercamientos académicos, periodísticos, políticos o sociales que se hacen de las migraciones se den también desde el ámbito psicológico y psicosocial. Poner el foco en los procesos emocionales que experimenta el migrante, ayudará no solo a comprender mejor el por qué y el para qué, sino también a darle la posibilidad de integrarse plenamente en la sociedad a la que llega.

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Para el profesor Joseba Achótegui, psicoterapeuta especializado en psiquiatría, la migración puede convertirse en un factor de riesgo para padecer un trastorno mental, derivado de situaciones con alto nivel estrés. Aclara que la situación migratoria no es en sí misma una causa, pero puede convertirse en un elemento que propicie un desequilibrio debido al estado de salud o la hostilidad del entorno de acogida.

Existe una necesidad de avanzar en este ámbito y de entender la importancia de las patologías mentales en el desarrollo de la vida de una persona y, en este caso, de un migrante. En muchas ocasiones los cuadros clínicos no son diagnosticados de manera correcta. Aún existe resistencia a la hora de interpretar en profundidad las señales que emite el paciente.

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Poner la luz sobre este tema es relevante para entender los procesos migratorios de hoy. La experiencia migratoria ha cambiado, esta se encuentra suscrita dentro de la multiplicidad de factores que la producen y por ende debe ser entendida de manera transversal. La condiciones de vida de cada individuo son diversas, así como sus necesidades.

Es importante visibilizar el duelo que supone abandonar el país en el que se ha nacido, crecido y, en algunos casos, envejecido. El aspecto psicológico suele ser el más afectado cuando se cambia radicalmente de contexto. Podemos hablar entonces de un duelo parcial, pero que es recurrente, no desaparece y mantiene viva la esperanza de regresar algún día.

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La migración es un hecho social que transforma los conjuntos humanos en que se desarrolla. Para la sociedad receptora, así como para la emisora, las interacciones de los individuos generan cambios de relación, de percepción, de apropiación. La ambivalencia es recurrente, se experimentan sentimientos encontrados, el amor y el odio por ambos contextos están presentes.

Para el psiquiatra Francisco Collazos, coautor del estudio Salud Mental en la población migrante en España (Hospital Universitari Vall d’Hebron, Universidad de Barcelona), la atención en este aspecto debe mejorar sustancialmente. “Es un servicio que depende de las iniciativas de las asociaciones, las entidades bancarias o puntuales subvenciones, pero no hay coordinación, es un caos”, asegura Collazos.

Son necesarios más esfuerzos de las entidades de acogida primaria, del sistema sanitario y todos aquellos que desde al ámbito social participan en la integración de los migrantes, para prestar atención al aspecto mental, poniéndolo como una prioridad a tratar. No se puede banalizar en ningún momento o no valorar suficientemente los procesos psicológicos que se experimentan.

El impacto de un correcto tratamiento psicológico y psicosocial en personas migrantes es positivo. Un equilibrio en la salud mental es necesario para que un individuo desarrolle todo su potencial, se convierta en un agente que contribuya al crecimiento de la ciudad o del nuevo entorno al que pertenece.

Las políticas públicas, así como las medidas migratorias de acogida deben enfocarse no solo en temas administrativos, de formación o empleo, sino también en prestar atención en la sanidad de la población que se recibe.

“El viaje en sí mismo no soluciona nuestros problemas, porque viajas en compañía de ti mismo” - Séneca.

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