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“He luchado para poder ir por la calle de la mano de mi novia, ya no tengo miedo”

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Marta / Fotografía de ONG Rescate

"Cuando tenía 16 años mis hermanos ya estaban haciendo planes sobre una vida que no les pertenece, la mía", cuenta Marta, de Marruecos, en la segunda de una serie de tres entrevistas a mujeres.

Marta. Fabiola Barranco / ONG Rescate (@ongrescate)

A veces pienso en tatuarme unas alas en los brazos, como si fuera un pájaro y poder volar hasta el cielo, donde encontrarme con nadie. 

En la tierra tengo poco, pero mi mayor refugio es mi novia. Un amor prohibido en mi familia, en mi entorno, en mi país. Allí la libertad de las mujeres no se respeta y menos aún la de las mujeres lesbianas. Por eso condenan nuestro amor.

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Cuando tenía 16 años mis hermanos ya estaban haciendo planes sobre una vida que no les pertenece, la mía. Sabían que yo no quería casarme con ningún hombre, que mis ojos estaban puestos en otra chica como yo. Lejos de aceptarlo, me castigaron, me enclaustraron. Qué ilusos, creían que así conseguirían cambiar lo más profundo de mi ser. Pero ni el monstruo de mi hermano, que fue capaz de violarme, pudo conmigo. Claro que lloré y todavía sufro por aquello. Dejé de comer y me encerré en mí misma amordazada por el silencio y el temor a que el resto se enterara. Pero un día conseguí escapar de esa cárcel.

Crucé desde Marruecos hasta Melilla donde, al poco tiempo, pude reencontrarme con mi hermana pequeña en un centro de menores donde vivimos las dos. Ella huyó de los abusos de nuestro padre, un ser sumido en el alcohol, que a nosotras nos hundían en la miseria y a mi hermana en el infierno. Pero es otra superviviente y, aunque ahora estemos separadas por el Estrecho, ella es mi otro refugio en la tierra. Por eso todos mis esfuerzos están puestos en alcanzar el día en el que volvamos a vivir juntas. 

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En mi caso, al cumplir la mayoría de edad, pude cruzar a la Península donde he solicitado asilo. Ahora camino por la calle agarrada de la mano de mi novia, sintiendo nuestro amor libre, sin miedos. Queriéndonos la una a la otra. Soñando con vivir pronto juntas. Y si el día de mañana tenemos hijos o hijas, conocerán nuestra historia para que nunca más se repita.

Marta. 19 años. Marruecos

Las mujeres sufren violencias tan dispares como los matrimonios forzosos, la mutilación genital femenina, la trata con fines de explotación, la violencia en la pareja, abortos forzosos o violencia sexual y feminicidios, que, aunque puedan parecer desconectadas entre sí, tienen algo en común: son persecuciones que se dan en todo el mundo únicamente por el hecho de ser mujeres.  La Organización Mundial de la Salud ha calificado la violencia contra las mujeres como un problema "de proporciones pandémicas". Una realidad que obliga a muchas de ellas a huir de sus países de origen. No olvidemos que la mitad de las personas refugiadas son mujeres.

Taira, Marta y Laura, son algunas de estas mujeres que huyeron en busca de refugio y que, de una forma valiente y generosa, comparten sus experiencias de huida, exilio y resiliencia. Todas ellas cuentan con el acompañamiento de ONG Rescate, la única entidad dentro del sistema de acogida español cuya atención es exclusiva y especializada hacia personas solicitantes de protección internacional por motivos de género u orientación sexual. Además, la organización cumple 60 #ConLasMujeresRefugiadas, acompañándolas en su lucha por reconocer sus derechos. Los derechos de las mujeres, son Derechos Humanos.

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Esta publicación ha sido posible gracias a la colaboración de Fundación porCausa y ONG Rescate.

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