Baltasar no será un señor pintado de negro
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Lucila Rodríguez-Alarcón (@lularoal)
- Para conseguir pluralizar las fiestas no hay que quitar cosas sino agregarlas. La riqueza de la suma es imparable
Lo teníamos todo muy analizado. Llevábamos meses trabajando en la cabalgata y sabíamos que estábamos en el punto de mira de la prensa y por defecto de la opinión pública. Cualquier pequeño error podía ser letal para nuestro equilibrio comunicativo. Los reyes llegaron en avión al aeropuerto de Barajas, y la recepción fue perfecta. Los detalles de los trajes y las carrozas se habían mantenido en ferreo secreto pese a que había habido varios intentos por parte de periodistas aguerridos de la prensa sensacionalista de conseguir fotos antes del evento. Antes de que todo empezara hicimos un recordatorio a todo el equipo del Gobierno y en especial a la alcaldesa, Manuela Carmena: "Cuidado con lo que decís que habrá cámaras grabando y se pueden leer los labios".
Esa era la primera Navidad del Gobierno de Ahora Madrid. La idea de toda la campaña era conseguir unas navidades plurales que representaran a la mayoría de las personas de la ciudad. Con esta intención se intentaron disminuir las simbologías religiosas, lo que dió lugar a un fuerte debate. La intención era buena, los medios erróneos. Para conseguir pluralizar las fiestas no hay que quitar cosas sino agregarlas. La riqueza de la suma es imparable, mientras que intentar eliminar bases de expresión tradicionales deja un espacio emocional enorme para una gran parte de la población. Además hay que separar las luchas, ese es el gran reto de quienes juegan en el debate público. En España hay mucho trabajo por hacer para conseguir la laicidad del Estado que se expresa en la Constitución. Pero la laicidad del Estado no implica rechazar tradiciones que provienen del espacio religioso sino que estas se mantengan por su valor cultural, permitiendo a cada cual que las viva como le parezca más adecuado.
Además de sumar nuevas visiones y expresiones de celebración a las ya existentes es importante corregir aquellas partes de lo que se hace que vayan en contra de las bases de los derechos fundamentales. La Cabalgata de ese año tuvo varios cambios importantes en este sentido. Se eliminaron los animales vivos evitando la muerte en vano de decenas que ocas que todos los años se transportaban desde Palencia para participar en el evento. Otro cambio importantísimo fue que por primera vez los reyes magos fueron actores en lugar de concejales caracterizados, evitando así el racismo vergonzoso de tener a señor pintando de negro representando a su majestad Baltasar por primera vez en la historia de ciudad. Mirándolo con perspectiva ese debería haber sido el titular, La Cabalgata de Manuela Carmena: la más respetuosa con los DDHH de la Historia. Pero como ya sabrán, no fue así.
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Los titulares del día siguiente, y no solo en España, hablaron de una inútil polémica sobre los trajes de los reyes y las carrozas. La realidad es que la cabalgata tenía una estética demasiado innovadora para un año donde descubríamos el poder de la desinformación en nuestro país. Los tan analizados trajes fueron diseñados sobre los dibujos de varios talleres culturales hechos durante los meses previos con niños, que eligieron las formas y los estampados. Es decir, que representaban fielmente la imagen que algunos pequeños tenían de sus majestades. Las carrozas recibieron meses después un importante premio de diseño del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM). Personalmente pasé todo el día 6 hablando con periodistas de todo el mundo, intentando explicar que, desde el Ayuntamiento, no entendíamos la fuerza de una polémica que solo se basaba en un argumento tan subjetivo como el apreciar o no una expresión estética de un atrezzo ("a ti te gusta y a mí no").
Han pasado ya 6 años desde aquellas Navidades y mirándolo con perspectiva el legado de la Cabalgata más polémica de Historia está ahí: Baltasar no volverá a ser un señor pintado de negro. Esta semana denunciaban de nuevo desde el colectivo Afroféminas la violencia que contiene la cabalgata los pajes negros de Alcoy, que igual que ha pasado con otras muchas tradiciones de nuestro país tendrá que cambiar, para hacer honor a la historia que pretende contar. Ahí está la clave, en contar las historias de un modo diferente, mejor para todas, sin perder la esencia positiva de lo que somos pero marcando el camino hacia lo queremos y debemos ser. En este sentido, se puede aprender mucho del maravilloso Belén que Francesc Mateu realiza cada año: en el de 2021, Jesús es el hijo de Jose y María, que son dos Menores Extranjeros No acompañados.
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