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Falsos positivos en Chile

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Milton Domínguez, migrante colombiano asesinado en Chile.

En Colombia hubo un proceso que se denominó los "falsos positivos". Aquel fue un escándalo que implicó el asesinato de miles de personas y que salió a la luz cuando el Ejército colombiano intentó hacer pasar por un guerrillero de las FARC a un joven que resultó ser discapacitado, al que atribuyeron capacidades que él no podía tener. El excepcional Ander Izaguirre contó esta historia de forma magistral hace ya casi 10 años. Y este caso es similar. Es físicamente imposible que Milton fuera el actor intelectual del ataque que se le atribuye.

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La franquicia antimigración ha puesto en el imaginario público que "los migrantes" son criminales, son bestias y no son personas. Los medios de comunicación, muy pendientes del clicbait –como si esa fuera la solución a sus problemas– les bailan el agua y las noticias sobre carabineros que mueren en manos de migrantes ocupan espacios largos y tendidos. El problema es que en ese marco se justifica que unos marinos maten a un migrante. Así se olvida que todas las vidas valen y deben valer lo mismo. Ninguna muerte violenta debe quedar impune. Si algunos crímenes se permiten, entonces todas las personas están en peligro de ser consideradas dignas de ser matadas. Y si hablamos de migrantes, que aquella persona que no migró o que no proviene de una familia que hizo lo propio, tire la primera piedra. La historia no deja lugar a dudas: migrantes somos todas en algún grado.

Chile tiene que decidir qué quiere ser. Puede ser la Colombia de los falsos positivos, puede ser la España de la vallas genocidas, o puede ser el país de la esperanza, la democracia y el equilibrio. Todavía está a tiempo de ser esto último, pero eso pasa por no dejar que Milton sea un falso positivo.

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