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Leggeri: El ultraderechista que convirtió un cuerpo de paz en un ejército anti migrantes

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Fabrice Leggeri en el cuartel general de Frontex, en Varsovia (Polonia), en 2021.- REUTERS

Se podría decir que Frontex se creó, como los cascos azules, sin ánimo beligerante. En 2005, la pequeña agencia nacía con funciones de “análisis de riesgos”. Ahora mismo ya es un ejército, con soldados y armas propias. El paso de observación a la guerra se lo debe principalmente al director nombrado por la Comisión Junker (2014-2019). Este era un tipo que estaba haciendo carrera en Interior en Francia, y que llevaba dos años dirigiendo la lucha contra la migración irregular en su país.

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En los siete años que Fabrice Leggeri dirigió Frontex, de 2015 a 2022, ha habido miles de denuncias relativas al incumplimiento sistemático del mandato de la agencia, refiriéndose a constantes ataques contra los derechos humanos y la dignidad de las personas con las que trataban las ya “tropas” de Frontex. Pero no fueron las muertes injustificadas de migrantes las que acabaron con Leggeri sino que, como pasaría con Al Capone o con el gobierno corrupto de Melilla, fue el fraude fiscal el que se lo llevó por delante.

En una entrevista concedida a este diario en 2021, el español Gil Arias, ex director ejecutivo de Frontex que coincidió con Leggeri a principio de su mandato, aseguraba que le constaba que “a Leggeri no le importan los derechos humanos de los migrantes y ha dado pruebas de ello”. El director francés llegó incluso a expulsar a la oficial de derechos fundamentales, Inmaculada Arnáez, que “le resultaba molesta e hizo todo lo posible para marginarla”.

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Estaba claro que Leggeri era un xenófobo. Su director de gabinete, Thibault De La Haye, un tipo relacionado con la nobleza francesa, había sido relacionado formalmente con la extrema derecha. Varias investigaciones periodísticas hablaban de una entrada de miembros de la extrema derecha entre los equipos contratados por la agencia en los últimos años.

Leggeri contaba con el apoyo del gobierno francés. De hecho, a este tipo, lo puso en el puesto un gobierno socialista, el de François Hollande, y perduró al cambio, manteniéndose hasta final con Macron.

España podría haber evitado el nombramiento de Leggeri. Fernández Díaz, ministro del interior de aquel momento, se habría enfadado con nuestro candidato, Gil Arias, por llevarle la contraria públicamente, y le habría retirado el apoyo, facilitando en nombramiento de Leggeri. Y así, metimos a un ultraderechista en un organismo de control migratorio, que convertiría lo que debía ser un cuerpo de paz en un ejército despiadado.

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Leggeri se presentaba formalmente el pasado domingo como candidato del partido de extrema derecha francés que lidera Marie Le Pen. En realidad nada sorprendente para todas las personas que fueron siguiendo su trabajo en Frontex. Pero resulta extremadamente inquietante que los derechos humanos valgan tan poco y se haya permitido está degradación imparable de los mismos en la forma de gestionar las migraciones, incluyendo un liderazgo claramente xenófobo.

Se nos olvida que los derechos no pueden ser aplicados discrecionalmente. Cuando se empieza a aceptar la pérdida de derechos de un colectivo, aceptamos por defecto, la pérdida de derechos potencial de todos los demás colectivos. Ahora Frontex ya es un ejército y el Pacto Europeo aborda las migraciones como si fueran una guerra. Y mientras van destruyendo la Europa de los grandes valores humanos Le Pen se posiciona para ser la gran favorita en las elecciones francesas que tendrán lugar en 2027 y el exjefe de Frontex será una de sus grandes bazas.

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