Opinión · Con negritas
Un varapalo judicial a los minoritarios de Habitat
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La Audiencia Provincial de Barcelona ha frenado en seco las aspiraciones de los dos accionistas minoritarios de Habitat que se habían querellado contra el presidente de la compañía, BRUNO FIGUERAS, sus hermanos y JOSÉ SUÑOL, socio tradicional de la familia. JOSÉ ANTONIO CASTRO, dueño de los hoteles Hesperia, y DOLORES ORTEGA, sobrina del propietario de Inditex, sostienen que fueron estafados cuando se les invitó a tomar parte del capital con motivo de la compra de Ferrovial Inmobiliaria. Una operación que pronto se reveló ruinosa, pues coincidió con el inicio de la crisis del ladrillo y, en consecuencia, con una espectacular caída de la compraventa de viviendas, que es la actividad principal de Habitat.
Castro, Ortega y otros tres grandes nombres de la burguesía catalana (LEOPOLDO RODÉS, fundador de Media Planning; ISAK ANDIC, presidente de la cadena de moda Mango, y el prestigioso abogado EMILIO CUATRECASAS) acudieron en diciembre de 2006 a la llamada de Figueras. Éste estaba a punto de llegar a un acuerdo con RAFAEL DEL PINO para comprarle su división inmobiliaria, pero era un bocado demasiado grande para comérselo él solo y pidió ayuda a quien podía dársela, bajo la promesa de que iba a ser un suculento negocio. Los cinco entraron al trapo y se hicieron con un 25% de Habitat a cambio de 150 millones de euros contantes y sonantes, que esperaban recuperar con creces, pero que casi cuatro años después todo parece indicar que han perdido para siempre.
La querella que ha sido echada por tierra aducía que Figueras engatusó a Castro y Ortega con una previsión de beneficios falsa, cosa que la Audiencia Provincial de Barcelona rechaza de plano porque “los pronósticos no son verdaderos ni falsos; son correctos si aciertan y equivocados si no se cumplen”. Y, además, ellos son “empresarios de una dilatada trayectoria y experiencia en el sector, con equipos de asesores jurídicos y económicos que tenían todos los medios y posibilidades para evaluar el riesgo de su inversión”.
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La lógica aplastante de estos argumentos no sólo proporciona una base sólida a la desestimación de la querella, sino que deja también en evidencia a quienes la impulsaron, que pretendían hacerse pasar por tontos, pese a que su intención inicial en todo este asunto no era otra que ganar dinero a espuertas y quedar como los más listos.
Castro y Ortega aún tienen la oportunidad de que los tribunales les den la razón, ya que está pendiente de sustanciarse la demanda civil que interpusieron con Rodés, Andic y Cuatrecasas para que se anule su entrada en el capital de Habitat. Ahora lo tienen un poco más difícil, aunque los designios de la Justicia siempre son inescrutables.
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