Opinión · Con negritas
Manuel Pizarro, ese gran gestor
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La nueva estrella electoral del PP, MANUEL PIZARRO, ha irrumpido en el escenario político rodeado de una aureola de buen gestor que sus aliados mediáticos han propalado con ahínco. Dicen de él que consiguió poner en valor Endesa justo antes de servírsela en bandeja a Acciona y a Enel, auténticos paganos de la cruenta batalla librada a raíz de la fallida OPA de Gas Natural. La familia ENTRECANALES y los italianos tuvieron que pagar un alto precio gracias a los manejos de Pizarro, que se ganó así la cerrada ovación con que fue despedido en su última junta de accionistas.
Pero una cosa es que su airada respuesta al abordaje de Gas Natural se tradujera en una importante subida del precio de Endesa en bolsa y otra que, antes de ese episodio decisivo, su trayectoria fuera digna de encomio. No hay más que echar una ojeada a la evolución histórica de los títulos para comprobar que, durante los tres años largos en que Pizarro pudo dedicarse sin distracciones a pilotar Endesa, no obtuvo ningún reconocimiento especial del mercado. Antes al contrario, la cotización vagó sin pena ni gloria, en consonancia con los resultados y las perspectivas de la compañía.
Entre el 14 de mayo de 2002, fecha en que sucedió a RODOLFO MARTÍN VILLA, y el día en que Gas Natural anunció su OPA (5 de septiembre de 2005), las acciones de Endesa pasaron de 17,15 a 19,09 euros. Eso representa una subida ligeramente superior al 11%, lo que significa que, en términos reales, se revalorizaron poco, pues la inflación en dicho periodo fue del 10,2%; es decir, sólo un punto menos. Quienes invirtieron en la eléctrica atraídos por la llegada de su nuevo presidente y vendieron antes de que los catalanes hicieran público su deseo de comprar no guardan ningún agradecimiento a Pizarro. Sobre todo teniendo en cuenta que, mientras tanto, el conjunto de la bolsa española iba viento en popa, como reflejaba el Ibex 35 de la época, que ganó un 26,5%.
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Lo que ocurrió después es harina de otro costal. Pizarro hizo su juego y, aunque no logró conservar el sillón, puso en almoneda a la compañía. A fuerza de repetir que Endesa estaba infravalorada en bolsa, logró que los alemanes de EON, primero, y el consorcio formado por Acciona y Enel, al final, subieran la puja. Pero ésa es una habilidad más propia de charlatanes que de buenos gestores.
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