Opinión · Con negritas
Las constructoras defienden su negocio tradicional
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A pesar de la que está cayendo en Barcelona, las constructoras españolas siguen enzarzadas en una dura competencia por la adjudicación de obras públicas. Las administraciones pagan tarde (el periodo medio de cobro fue de 176 días el año pasado), pero siempre pagan y además mueven un ingente volumen de dinero.
Hacerse con parte del pastel de 46.000 millones de euros que anualmente se licitan es vital para estas empresas; sobre todo ahora que la construcción residencial no atraviesa por una situación demasiado boyante.
Las megaconstructoras ya se habían cubierto de tal eventualidad adentrándose en un proceso de diversificación que las ha llevado a recalar en aguas menos expuestas a los vaivenes del ciclo económico. Al otear el horizonte en busca de valores seguros descubrieron las posibilidades del sector energético y se fueron de compras.
Como fruto de ello, personajes que han cimentado su fama y su fortuna en el mundo del ladrillo son hoy propietarios de gruesos paquetes de acciones de las compañías eléctricas. Los Entrecanales (Acciona) controlan Endesa; Florentino Pérez (ACS) tiene importantes participaciones en Fenosa e Iberdrola, y Luis del Rivero (Sacyr) está en Repsol.
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Eso no es óbice, sin embargo, para que defiendan a cara de perro su negocio tradicional, aunque mantener la cuota de mercado les obligue a tirar los precios, como ocurre de un tiempo a esta parte en los concursos públicos a los que concurren. Ofrecer rebajas del 30% es ya algo habitual y en el caso de las obras del AVE los descuentos llegan al 40%.
A la postre, raramente se deducen de ello ahorros significativos para el Estado, porque el coste final de las obras siempre acaba siendo superior al previsto. Y, por supuesto, los grandes contratistas nunca pierden.
Para corroborarlo, basta echar un vistazo a sus beneficios ordinarios, que están creciendo a un ritmo de dos dígitos, salvo alguna excepción. FCC (Esther Koplowitz), por ejemplo, presenta este año una mejora del 21% respecto a los resultados de 2006; ACS, del 15%, y OHL (Juan Miguel Villar Mir), del 13,6%.
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Distinto es el caso de las constructoras medianas, que a veces tienen que hacer auténticos encajes de bolillo para que la situación no las asfixie.
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