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Opinión · Posibilidad de un nido

Si hubieran matado a cuatro caballos

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Si hubieran matado a cuatro caballos en menos de 24 horas, pienso, el país estaría conmocionado, no sé, la noticia abriría los informativos, especialistas tratarían de dar explicaciones, no se hablaría de otra cosa. Pero son mujeres. No caballos, no perros, mujeres.

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Luego hay detalles que explican más que todos los analistas. Son instantes cogidos al vuelo que dejan registrada una explicación, ahí queda, encerrada para quien quiera recogerla. Por ejemplo, ayer el ministro de Interior Grande Marlaska dio algunas explicaciones al respecto en la rueda de prensa convocada para hablar de seguridad vial. En las 20 anteriores cuatro hombres acababan de matar a cuatro mujeres con las que mantenían algún tipo de relación.

Su marido había matado a Belén (24) en Piedrabuena, Ciudad Real, a puñaladas. A Eva María (46) su compañero le había descerrajado un tiro en Cádiz. También asesinaron con cuchillo a la mujer de Adeje (Tenerife), también su pareja. Y a Nina la estranguló el hombre con el que acababa de mantener relaciones sexuales en Roquetas de Mar, Almería.

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Fue al dar noticia de esta última cuando quedó registrado ese tipo de detalle que a veces retrata lo que somos. Decía Marlaska “y condenando evidentemente los cuatro asesinatos de mujeres a los que se ha hecho referencia, uno de ellos aún se está estudiando como posible violencia de género”. Entonces titubeó. “Me refiero al de…” volvió a titubear y miró hacia algún punto en busca de confirmación a lo que estaba a punto de decir. “Almería, ¿verdad, eh…?”. Alguien fuera de plano debió de asentir con la cabeza, porque acto seguido el ministro, ya con aplomo, añadió “al de Almería”. 

No eran tantas las mujeres como para titubear sobre el lugar del crimen. Solo cuatro, ministro. Ese titubeo, esa indecisión, ese no saber a ciencia cierta si una de las cuatro había sido asesinada en Almería. Ay. Cuando lo vi se me heló la sangre. Pensé en la relevancia de los datos, de los gestos, de las prioridades. 

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Y de nuevo pensé ay, si sus dueños hubieran matado a cuatro caballos.

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