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Opinión ·

Suecia y Obama inician un cambio de relaciones con Israel y Arabia Saudí

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Tica Font, Directora del Instituto Catalán Internacional por la Paz y miembro del Centre Delàs d’Estudis per la Pau.

Este mes de marzo ha estado políticamente movido en Suecia; el gobierno ha tomado unas decisiones que pueden llegar a representar un cambio de rumbo en la política europea hacia Oriente Medio. La primera decisión relevante fue que el nuevo gobierno, de centro izquierda surgido de las urnas en el 2014, reconoció Palestina como Estado, dicho reconocimiento representa un replanteamiento gradual pero imparable dentro de la Unión Europea hacia la política de apoyo a la expansión de la colonización de territorios por parte de Israel. Reconocer Palestina como Estado supone discrepar de la política israelí hacia los palestinos y romper con la política histórica de apoyo incondicional a Israel. Es un aviso claro al nuevo Gobierno israelí, sus políticas contrarias al Derecho Internacional y al Derecho Internacional Humanitario no contarán con el silencio y el apoyo implícito del Gobierno sueco.

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Cabe tener presente que la opinión pública europea ha cambiado drásticamente su valoración respecto de la política israelí, a causa de la ocupación y los ataques a Gaza que causan numerosas víctimas civiles.

El segundo elemento de cambio hay que situarlo en los desencuentros entre el Gobierno sueco y el Gobierno de Arabia Saudí de los últimos días. Desencuentros que representan una señal de que la tradicional política de amistad incondicional y sin fisuras con la política del reino wahabita ya no será tan automática.

Margot Wallström, ministra de asuntos exteriores sueca, había sido la invitada de honor a la reunión de ministros de la Liga Árabe en El Cairo, en la cumbre de marzo de 2015. Pero dicha invitación le fue retirada, es decir vetada, a petición de Arabia Saudí; y fue el Gobierno egipcio el que tramitó la retirada de la invitación.

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El discurso que Wallström tenía que pronunciar en El Cairo recordaba la importancia que ella y Suecia concedían a los Derechos Humanos, a la libertad de asociación, de reunión, de manifestación religiosa y de expresión, y la importancia de todos estos derechos en la lucha contra el extremismo y la radicalización. Wallström anteriormente había hecho declaraciones contra la pena “medieval” al bloguero saudí Raef Badawi, que fue condenado a 1.000 latigazos, 10 años de prisión y una multa de 225.000€ por insultar al Islam. Wallström también ha defendido una política exterior feminista, que según ella debería incluir el fortalecimiento de los derechos de las mujeres, el aumento de la participación femenina en la toma de decisiones, y la perspectiva de género en la asignación de recursos.

Pero Arabia Saudí reaccionó con firmeza y consiguió que los ministros de la Liga Árabe le apoyaran y expresaran su asombro y condena a las declaraciones de Wallström, aduciendo que la constitución del reino de Arabia Saudí se basa en la sharía y que la misma ha garantizado los Derechos Humanos y preservado la vida de la gente, sus posesiones, honor y dignidad.

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Como consecuencia, o no, de este “incidente” el Gobierno sueco ha decidido no renovar un memorándum sobre cooperación en materia de inteligencia, vigilancia y venta de armas a los saudíes. En el año 2005 dicho memorándum fue renovado con el apoyo de los socialdemócratas y los conservadores, y el rechazo del resto de fuerzas políticas. Ahora el congreso del partido socialdemócrata ha votado no vender armas a dictaduras y por tanto dada la unanimidad política no se renueva el memorándum con Arabia Saudí.

Los empresarios del sector de defensa y seguridad objetan esta decisión del gobierno, impulsada por los parlamentarios, alegando que la reputación y credibilidad de Suecia como socio comercial quedará muy dañada. Algunos empresarios han afirmado que los acuerdos militares con Arabia Saudí benefician o impulsan los Derechos Humanos. Evidentemente no ha quedado demostrado que el mantenimiento de relaciones económicas con Arabia Saudí impulsen el respeto a los Derechos Humanos. Algunos ministros como el de defensa y exteriores son partidarios de renegociar el memorándum, dados los lazos comerciales y económicos entre los dos países. Pero otros políticos insisten en la humillación sufrida por la Liga Árabe y que por tanto no hay que prolongar el memorándum.

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Arabia Saudí es el mayor importador de armamento del planeta, según el SIPRI, y para los industriales suecos un buen comprador de armas. El periódico británico The Independent recoge las palabras del director del Institute of Gulf Affairs, con sede en Washington, en las que afirma que la decisión sueca “supone una ruptura en cincuenta años de política occidental de ‘no podemos tocar a Arabia Saudí’”.

Estados Unidos es el principal vendedor de armas a Arabia Saudí y su principal amigo; hasta hace muy poco la incondicionalidad política estaba por encima de valores democráticos o Derechos Humanos; pero la decisión de reducir su presencia militar en Oriente Medio y el posible acuerdo sobre el programa nuclear iraní entre el P5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia, más Alemania) y Teherán, genera una serie de preocupaciones en algunos países del Golfo y es un indicador de profundos cambios geopolíticos occidentales en la zona. Los países del Golfo temen que este acuerdo legitime a Irán y le permita salir de la lista de “estados parias” y renueve relaciones diplomáticas con los países occidentales. Tanto los países del Golfo como Israel temen perder el apoyo incondicional de Estados Unidos y que éste reoriente sus esfuerzos militares y económicos hacia la zona de Asia –Pacífico.

El Gobierno de Obama, en contra de parte del Congreso, intenta replegarse parcialmente de la región. El objetivo sería limitar las intervenciones militares o hacerlas en coalición (por ejemplo, contra el Estado Islámico), y actuar usando medios que no impliquen tropas, como la guerra cibernética y los aviones no tripulados.

Washington necesita a Teherán para encontrar una solución en Siria, Líbano y Yemen. Los hechos demuestran que hay un giro hacia un nuevo balance de poder en la región. Estados Unidos discretamente necesitará a Irán, reconociéndole su papel de esencial en la región y los países del Golfo tendrán que hacer ellos solos el trabajo.

En este escenario de cambios Irán puede ser un jugador clave entre Europa, Asia Central, el Sudeste Asiático y Rusia, y la Unión Europea tiene que buscar la forma de trabajar con Irán en cuestiones geopolíticas y por tanto marcar distancias con Arabia Saudí y los países del Golfo.

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