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Opinión ·

INDRA, una industria de guerra

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Pere Ortega, Centre Delàs d’Estudis per la Pau

Indra nació de la fusión en 1989 entre dos empresas, la pública INISEL y la privada CESELSA conservando en manos de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) el control del 66% de las acciones de la nueva Indra y el resto repartido en manos privadas. En la etapa de privatizaciones del gobierno de José María Aznar, 1998-99, cuando ya Indra estaba saneada y obtenía beneficios, la SEPI vendió la participación estatal a diversos accionistas mientras el Ministerio de Defensa le encargaba el desarrollo de la electrónica de la mayoría de armamentos entonces en fabricación: blindados, aviones, buques de guerra y múltiples proyectos de guerra electrónica.

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Indra, desde su nacimiento ha sido una de las empresas más protegidas del Estado, gracias a ello ha crecido de forma ininterrumpida, con una tasa de crecimiento en ventas del 455% entre 1996 a 2015 alcanzando una facturación de 2.850 M€ en este último año. Esta protección se ejemplariza en que Indra tiene su mayor concentración de negocio en el sector público, dónde además de gozar de la mayoría de los contratos que desarrollan tecnologías para armamentos, también contrata la seguridad de la información de la mayoría de ministerios, como también del recuento de las elecciones, tanto generales como municipales y autonómicas, además de otros múltiples servicios, controles en autopistas, aeropuertos, aéreos y fronterizos.

En la dirección de Indra ha figurado durante 22 años, desde 1992, Javier Monzón, amigo personal del rey Juan Carlos I y propietario de un jet que prestaba a menudo a Juan Carlos I, para que éste llevara a cabo sus múltiples “salidas” privadas de la Zarzuela por esos mundos. Pero el gobierno del Partido Popular, tras tantos años, substituyó a Javier Monzón de la dirección en 2014, siendo substituido por un hombre de mayor proximidad política al gobierno del PP, Fernando Abril-Martorell junior, hijo del que fuera procurador en las Cortes de la dictadura franquista y después ministro de economía con la UCD.

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Hoy, en 2015, Indra agrupa a un total de 37.060 empleados con presencia en 33 países, 20.251 en España el resto en el exterior. Su accionista principal fue durante muchos años Caja Madrid, después transformada en Bankia, que poseía el 20,14% de sus acciones, Telefónica con un 3,14% y diversas corporaciones de fondos financieros se reparten el resto.

La crisis de las entidades financieras de 2008, hundió a Bankia, destapando la fraudulenta gestión de sus directivos; entre otros, el exministro de Hacienda Rodrigo Rato, que había sustituido a Miguel Blesa, que había alcanzado la dirección de Bankia por mediación de José María Aznar. Con Bankia hundida, el Gobierno del PP decidió rescatar Bankia inyectando de las arcas públicas 22.424 millones. Pero no hubo suficiente, el Gobierno del PP, para ayudar al saneamiento e inyectar liquidez a Bankia, a través de SEPI, en agosto de 2013, adquirió el total de las acciones de Indra por 337,1 millones. El Gobierno del PP conseguía dos objetivos, primero, volver a ayudar a Bankia. El segundo no era tan conocido, pero si divulgado por el ministro de Defensa Pedro Morenés, quién había manifestado el deseo de crear un gran polo industrial militar para ayudar a las empresas del sector a superar la crisis económica, ayudando a crear sinergias entre ellas y abaratar costes de producción. Una propuesta en la que Indra jugaba un papel fundamental pues proporciona la mayor parte de tecnologías en electrónica a las empresas del sector militar.

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Esta propuesta y compromiso de Morenés está relacionada con los recortes presupuestarios aplicados al Ministerio de Defensa que afectaban a las compras de armas a las empresas militares. Industrias con las que Morenés se había comprometido a ayudar impulsando ese polo industrial militar. Un ejemplo de ello son las 33 agregadurías militares creadas por el Ministerio de Defensa en embajadas y consulados para ayudar a la exportación de armas de las industrias de defensa españolas. Esto último ha dado sus efectos, en 2014, España alcanzó el 7º lugar en el ranquin mundial de exportadores de armas (SIPRI 2015). Ayudas a unas industrias militares, qué no deben extrañar, pues es bien conocido que Morenés mantuvo fuertes vínculos con empresas militares dónde ocupó diversos cargos directivos o de consejero en Instalaza (fabricante de explosivos), MBDA España (filial del más importante industria de misiles de Europa) y en la de seguridad Segur Ibérica.

En cuanto a su producción, Indra es un holding que agrupa diversas empresas, organizada en seis grandes áreas de actividad: energía e industria, tecnologías de la información, administraciones públicas, transporte y tráfico, servicios financieros y seguridad defensa. En esta última, es Indra Sistemas la empresa dedicada a la producción militar con mayor número de trabajadores en plantilla de 12.865 y una facturación de 2.850 millones en 2015. En sus balances figura que el sector de la seguridad y defensa ocupa alrededor de un 20% de su facturación, según los años. Pero las cifras de ventas que ofrece por divisiones no hacen distinción entre civil o militar por lo que no se puede determinar con exactitud el volumen total de su producción militar.

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En la factoría de Barcelona, su director es Manuel Brufau, hermano de Antoni Brufau, presidente actual de Repsol, antes de Gas Natural y anteriormente vinculado a La Caixa, empresas en que es principal accionista. Otra persona ocupando puestos de dirección en Indra de Barcelona ha sido Josep Pujol Ferrusola, con emolumentos que rondaban los 400.000 euros al año. Tras los escándalos de corrupción que rodearon a la familia Pujol, Indra decidió prescindir de Josep Pujol con una indemnización de 2 millones de euros. Las excelentes relaciones de Brufau con los diferentes gobiernos de la Generalitat de Cataluña, que sin duda favoreció la presencia de Josep Pujol, han facilitado que Indra fuera una empresa con quien se han contratado múltiples servicios, los más destacados las elecciones autonómicas, la mayoría de las municipales; también de las autopistas catalanas, donde por cierto La Caixa también es principal accionista. Los posibles tratos de favor por parte de la Generalitat a esta empresa, se ejemplifican en las ayudas recibidas a través de la Secretaria de Industria y Energía (SIE), y del Centro de Innovación y Desarrollo (CIDEM), ambas bajo control de la Generalitat de Catalunya. Entre 2004 y 2011 (no hemos conseguido datos actuales), Indra recibió ayudas por un importe de 1,45 millones de euros.

La participación de Indra Sistemas en proyectos militares es espectacular. Su principal cliente es el Ministerio de Defensa y participa en casi todos los grandes programas de armas de las fuerzas armadas españolas: los sistemas de vuelo de los aviones de combate F-2000, los Helicópteros Tigre y NH-90 que fabrica Airbus Defence and Space; toda la electrónica y sistemas de comunicación de toda clase de buques de guerra y submarinos que construye la estatal Navantia; los blindados Pizarro y Leopardo que fabrica Santa Bárbara Sistemas; el guiado de misiles que disparan todos estos armamentos; así como también desarrolla sistemas de guerra electrónica, para lo cual dispone de una factoría/bunquer en Madrid con 500 empleados. También tiene contratos militares y de seguridad en múltiples países. La facturación en el ámbito militar en 2015, fue de 542 M€. (Continuará).

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