Opinión · Posos de anarquía
De la generación perdida a la generación rendida
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Ayer conocíamos datos que dibujan un triste realidad: La mitad de los jóvenes aceptaría cualquier empleo, en cualquier lugar y con cualquier sueldo. La noticia supone una victoria de los poderes fácticos, de la patronal, del Gobierno de Rajoy y su reforma laboral. Por el contrario, ya podemos hablar de una derrota de la que muchos han bautizado como la generación perdida y que, a la luz de estos datos, podemos renombrar como la generación rendida.
La élite económica ha conseguido finalmente crear un ambiente social, un clima laboral en el que el trabajador no conserva ningún poder. Los sindicatos mayoritarios hace demasiado tiempo que se borraron del mapa, que dejaron de sumar fuerzas y únicamente se dedican a atrincherarse en sus posiciones en lugar de avanzar, de reconquistar lo que la reforma laboral nos ha arrebatado. Mantener la posición, limitando nuestras aspiraciones a no perder más derechos, es una derrota. Que nadie se equivoque.
Nuestros jóvenes -y no tan jóvenes, pues a la franja de los 30 a los 4o años también podríamos meterla en el saco- están completamente abatidos, sumisos ante la realidad que el Gobierno y sus reformas han configurado al dictado neoliberal de Europa, absolutamente entregados al libre albedrío del empresario. Como consecuencia de ello, el futuro del país está dispuesto a tirar al cubo de la basura su formación, a pesar de estar considerada la generación mejor preparada. Trabajar de lo que sea, donde sea y por el sueldo que sea. La precariedad se impone al trabajo digno mientras vemos aumentar los salarios de los directivos y las cuentas de resultados de las compañías. Y eso que Fátima Báñez era el hada madrina de los jóvenes... ¿no será más bien la bruja del norte?
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Las medidas impuestas por Rajoy y sus secuaces no sólo han destruido la autoestima de nuestros jóvenes, sino que han hipotecado el futuro del país. Se trata, una vez más, de un planteamiento cortoplacista en el que las estadísticas demuestran que los únicos beneficiados son los empresarios (y no todos, porque los mas honrados que se baten el cobre día a día están asfixiados por los bancos usureros).
En este punto es preciso asumir la derrota; negarla sería absurdo. Así de crudo. Sin embargo, aún ha esperanza, todavía es posible recuperar el poder, hacer valer el potencial que tienen esos jóvenes abatidos. Hoy, más que nunca, es clave no claudicar y no asumir que se ha perdido la guerra, tan sólo un batalla. La historia bélica está repleta de ejemplos, de derrotas de las que fue posible aprender, sacar provecho para alzarse posteriormente con la victoria definitiva .
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Durante la Segunda Guerra Mundial uno de los grandes fiascos de los aliados fue la batalla de Dieppe, en la que se perdió la práctica totalidad de los 6.000 soldados que combatieron y, para más inri, no se consiguió ninguno de los objetivos marcados. A pesar de ello, la operación fue clave para planificar posteriores desembarcos, incluido el de Normandía con el que se pondría fin al conflicto. Los aliados supieron reponerse a la derrota y aprender de ella.
Ahora, nuestros jóvenes tienen que buscar su batalla de Dieppe, que bien podría ser esta legislatura de Rajoy, y alzarse con energías renovadas, hacer valer sus verdaderas fortalezas para doblegar a esa élite económica que ha alumbrado una suerte de esclavitud legal dentro de su modelo capitalista. Ya se han producido algunos avances, el miedo está cambiando de bando como prueba el borrador de la Ley de Seguridad Ciudadana, más propio de tiempos de Franco que de una verdadera democracia.
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La unidad será vital en la contienda por acabar con el poder empresarial, para al fin asumir que la precariedad no es mejor que el paro y, en suma, para que el trabajador ponga a la empresa contra las cuerdas de una vez por todas y no a la inversa. Para ello, no sólo comiencen desde abajo, en sus propias empresas, en sus movimientos vecinales; háganlo también desde arriba, mirando a Europa pues es desde allí desde donde se ha tramado la fechoría neoliberal que nos ha conducido a la derrota. Piénselo cuando tengan que votar en las próximas elecciones europeas, no vayan a seguir dando poder a quienes les han conducido hundido en la crisis estafa actual.
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