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Opinión · Posos de anarquía

Merkel y su amnesia selectiva con Ucrania

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Mientras EEUU está poco menos que provocando que estalle la guerra oficialmente en Ucrania -oficiosamente lleva ya un año-, Hollande y Merkel tratan de apaciguar a Putin. El gesto, si no fuera por la seriedad que entraña, sería para echarse a reir. En lugar de calmar a quien provocó la situación, es decir, a EEUU que a través de la OTAN impulsó una oleada de violencia en Ucrania, Europa vuelve a presionar al  país incorrecto.

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¿Que durante éste último año Rusia ha cometido errores en el conflicto de Ucrania? Seguro, no me cabe la menor duda, pero ni creo que menos que Occidente y, sobre todo, no fue Putin quien comenzó las agresiones. Tendemos a olvidar cómo empezó todo, pero merece la pena repasar la Historia:

Una parte del pueblo ucraniano, fundamentalmente, en Kiev porque en el resto del país apenas hubo manifestaciones, se alzó contra el que entonces era presidente del país, Yanukovich. No podemos pasar por alto que Yanukovich no era un dictador, sino que había llegado al poder en unas elecciones democráticas, sacando más de diez puntos de ventaja a su rival Tymoshenko en primera vuelta y en la segunda imponiéndose con un 52% de los votos. Unas elecciones democráticas, y esto es importante remarcarlo, que la Comunidad Internacional avaló.

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Pues bien, llegaron los conflictos de Euromaidan y ese reducido porcentaje de población ucraniana se alzó violentamente contra el presidente electo. La respuesta desde el poder fue también violenta, cierto, pero ¿qué hizo Europa? Europa, siguiendo los dictados de EEUU, se puso del lado de los manifestantes o, dicho de otro modo, en lugar de recurrir a procesos democráticos para deponer al presidente -la misma Tymoshenko fue depuesta con una moción de censura, no fue necesario dar un golpe de estado encubierto- prefirió la violencia.

El sinsentido del apoyo de Europa, con Merkel a la cabeza, fue tal que llegaron a apoyar públicamente a grupos de extrema derecha. Todo valía para sacar de la presidencia a Yanukovich y poner en su lugar a un oligarca cuyos intereses fueran a favor de la UE y, especialmente, de la adhesión de Ucrania a la OTAN. Ese fue, ni más ni menos, el origen de lo que hoy puede ser una guerra en la que EEUU y Rusia se enfrenten en tierras ucranianas.

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Ahora se trata de personificar el origen de todo el mal en Putin, que verdad es que no es ningún santo, pero no es menos cierto que bajo su piel de cordero, se pueden atribuir más muertes de inocentes a la Administración Obama que a la rusa. La maquinaria de propaganda occidental -y el borreguismo de buena pare de la ciudadanía- contribuyen a confundirnos y obviar este tipo de detalles. Llegamos a tal extremo que podemos llegar a olvidar que, por ejemplo, cuando reventó en pedazos el Boeing 777 de Malasya Airlines en Ucrania quienes encontraron la caja negra fueron los rebeldes prorrusos. Curiosamente y en un gesto por esclarecer los hechos, se la entregaron a Reino Unido y, desde entonces, no hemos vuelto a saber quién disparó el misil. ¿Alguien se puede creer que si se hubiera concluido que fueron los prorrusos no se habría aireado ya a los cuatro vientos?

Del mismo modo, la semana pasada hubo nuevos enfrentamientos en Donetsk y la prensa occidental, aún informando de la muerte de civiles, se cuidaron muy mucho de explicar que murieron víctimas de proyectiles ucranianos y, lo que todavía es aún peor, mientras esperaban un convoy de ayuda humanitaria. Así funciona EEUU, la Unión Europea y la OTAN.

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Y en este escenario, con EEUU presionando para que estalle la guerra, al ministro de Defensa Morenés no se le ocurre otra cosa que presumir de que la mayor parte del contingente de la fuerza de intervención rápida que acudirá a Ucrania será español. Ni que siguiera vendiendo bombas de racimo como hacía justo antes de ser ministro. No se da cuenta el Gobierno del PP que tendría que estar agradecido de que el pueblo español sea muchísimo más democrático que el mismísimo Rajoy pues,  de otro modo, ya le habría sacado a golpe bayoneta de La Moncloa... al menos así habría sucedido si, como hizo él junto a su querida Merkel, apoyara y recurriera a la violencia para deponer a un presidente en lugar de acudir a los cauces democráticos.

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