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Opinión · Posos de anarquía

Aniquiladores de librerías

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Amazon se encuentra en plena Fiesta del Libro. Una lectura ligera deduciría que se trata de una buena noticia, pero no lo es. La multinacional está dispuesta a ofrecer descuentos de hasta un 25%, cuando el máximo permitido por la ley es del 5%; sólo en casos excepcionales, como en ferias o el Día del Libro se puede subir hasta el 10%.

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>Amazon se encuentra en plena Fiesta del Libro. Una lectura ligera deduciría que se trata de una buena noticia, pero no lo es. La multinacional está dispuesta a ofrecer descuentos de hasta un 25%, cuando el máximo permitido por la ley es del 5%; sólo en casos excepcionales, como en ferias o el Día del Libr

Cualquier persona que lea la entradilla de esta columna pensará que es fácil pararle los pies a Amazon si va en contra de la ley, pero no es así. No es tan sencillo. La dejadez por parte de los poderes del Estado a este respecto es absoluta, como evidencia el hecho de que nuestra Ley de la lectura, del libro y de las bibliotecas date de 2007. Un escándalo.

Amazon lo tiene todo para competir deslealmente: además de trabajar con volúmenes ingentes y aprovecharse de las economías de escala, no podemos obviar que de los casi 500 millones de euros que ingresaron en 2018 todas las filiales de Amazon en España únicamente pagaron 3,7 millones en impuestos, es decir, apenas un 7%, frente a una librería independiente que paga un 23%.

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Recientemente, la multinacional del comercio electrónico lanzó una campaña de publicidad con la que intentaba vendernos la idea de que es la gran salvadora de las pequeñas empresas, dado que les brinda la oportunidad de vender los productos en cualquier punto de España. Lo que no cuenta es la tajada que se lleva por ello y cómo buena parte de las empresas que optan por esta fórmula lo hacen claudicando a sus condiciones abusivas.

Sigamos con el ejemplo de una librería independiente: si quiera vender a través de Amazon, además de 47 euros de cuota mensual y la condición de vender un mínimo de 40 libros, verá cómo la plataforma de comercio electrónico se embolsa un 15% de comisión. El porcentaje que una librería suele ganar por la venta de un libro es de un 30%, es decir, que de un libro de bolsillo de 10 euros obtiene un beneficio bruto de 3 euros (2,85 euros si aplica el descuento del 5%); con Amazon, sólo 1,5 euros.

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La Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) está planteándose seriamente denunciar a Amazon por vulnerar la ley con sus descuentos del 25%. No es lo único que planea, puesto que para finales del año que viene podría reconvertir Todostuslibros.com en un plataforma de comercio electrónico que compita con Amazon en condiciones mucho más ventajosas para los libreros y libreras.

El problema es que el caso de Amazon no es una excepción y las grandes cadenas de librerías son muy dadas a traspasar los límites legales, lo que a todas luces supone una competencia desleal ante la que la Administración mira hacia otro lado. De hecho, cuando el cliente son bibliotecas, la ley contempla una excepción de descuento sobre el precio fijo del libro del 15%, pero no son pocas las veces que las grandes escalan más los descuentos mientras los ayuntamientos dan palmas con las orejas, apeando del proceso a las librerías independientes más modestas.

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Las editoriales y distribuidoras tampoco ayudan. Ya no es sólo que algunas de ellas tengan cadenas de librerías, sino que cuando se lanzan novedades las librerías independientes más modestas son discriminadas, haciéndoles llegar los libros con retraso respecto a las cadenas. Recientemente, pudo comprobarse este hecho con el lanzamiento de Los Testamentos, de Margaret Atwood (El cuento de la criada), que a pesar de haberse fijado una fecha concreta para su lanzamiento a nivel mundial, las pequeñas no dispusieron de ejemplares hasta varios días después.

Con este panorama, ¿quién se sorprende de que estas librerías independientes estén cayendo como moscas? La buena noticia es que la solución no sólo pasar por los poderes públicos, también por las personas consumidoras. Ustedes, nosotr@s podemos elegir dónde comprar nuestros libros (o cualquier otro producto) y detener a los aniquiladores de librerías. Una librería de barrio o de pueblo es mucho más que un comercio; es un punto de encuentro, teje redes sociales, crea comunidad.

Este tipo de establecimientos desarrollan espacios en los que alrededor de la compra de un libro se genera tal actividad cultural que termina por escocer en ciertos círculos, enemigos de una sociedad culta, informada, reflexiva. Quizás por este motivo, el exterminio de librerías independientes se acalla, se consiente e, incluso, se promueve desde los poderes públicos.

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