Opinión · Posos de anarquía
Se consuma la debacle de Ciudadanos en Granada
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El socialista Francisco Cuenca regresa a la alcaldía de Granada tras la renuncia de Luis Salvador (Cs) al haberse visto traicionado por el PP, su socio de gobierno, y por sus propios compañeros de partido. Tras semanas con un equipo de gobierno compuesto por dos personas, ayer tuvo lugar una nueva sesión de investidura en el Consistorio granadino con el desenlace que dictaba la aritmética plenaria.
Salvador no esperó para vengar la afrenta y ayer votó a favor de Cuenca, lo que le costará la expulsión de Cs, según ha hecho ya público la secretaria general del partido, Marina Bravo. Tanto él como su compañero José Antonio Huertas, que se mantuvo junto a Salvador en el equipo de gobierno tras las estampida, quedarán, pues, como concejales no adscritos.
Así pues, además de los diez escaños del PSOE, Cuenca recibió también los apoyos de los tres ediles de Unidas Podemos y los dos de Cs. Al otro lado, el PP sumó los votos de sus seis concejales, los tres de Vox y los tres no adscritos (dos de quienes abandonaron Cs tras protagonizar su estampida y un Sebastián Pérez, el que fuera presidente del PP granadino y se diera de baja del partido en mayo, abriendo la puerta a la crisis).
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Las directrices de Arrimadas eran negar el apoyo tanto a PSOE como al PP, lo que habría impedido la mayoría absoluta requerida para ningún candidato y, según dicta la ley, el PSOE habría llegado igualmente a la alcaldía como fuerza más votada. Eso, a ojos de Cuenca, habría sido ponerse de lado, por lo que optó directamente por dar su apoyo, quedando en el aire si se integrará en el gobierno o continuará dando la estabilidad de la que habla como no adscrito.
Le ha salido mal al PP la maniobra que prácticamente todo el mundo atribuye al conspirador Francisco Herviás –un clásico en los mentideros políticos andaluces desde su época de hombre fuerte de la formación naranja y cuyos tejemanejes también habrían alcanzado el Ayuntamiento de Jaén-. Resulta muy complicado creer que PP y Cs hubieran llegado a un pacto de gobierno según el cual a mitad de legislatura se produjera una alternancia de partidos en la alcaldía y que dicho acuerdo no se hubiera plasmado en papel.
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En política, créanme, los pactos de caballeros no existen… si en demasiadas ocasiones ni siquiera se respeta lo firmado, ¿qué valor tiene una palabra dada en el más estricto ámbito privado? Y es que, de haberse producido tal acuerdo entre PP y Cs, ¿acaso no se habría hecho público cuando se alcanzó el pacto de gobierno en 2019? No fue así y el propio Sebastián Pérez admitió que no existía documento firmado alguno.
Así las cosas y tras la traición del PP para tratar de hacerse con la alcaldía, ¿de veras alguien en su sano juicio esperaba que los populares consiguieran formar gobierno? Pues no sólo parece que sí, sino que siguiendo con la maniobra de intoxicación conservadora y a pesar de que el PSOE fue la formación más votada en las elecciones municipales –lo que siguiendo la doctrina del PP utilizada tantas veces, debería haberle dado la alcaldía por encima del anterior pacto de la derecha-, en las filas populares hablan de “traición a los ciudadanos”… misma expresión, curiosamente, que se extiende entre los representantes de Vox, algo que no es casual, pues comparten argumentario.
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El resultado de lo sucedido en Granada es la incontestable descomposición de Cs, que ya ni siquiera tendrá representación en el tercer ayuntamiento más importante de Andalucía. Ya no es sólo que la hemorragia de fugas de militantes con cargo sea imparable, es que ni Inés Arrimadas ni Juan Marín pueden ya controlar a los suyos, viéndose obligados a expulsarlos. Así las cosas, las tragaderas de Marín son mayúsculas, agarrándose al clavo ardiendo de Juan Manuel Moreno (PP) con tal de no perder uno de los pocos gobiernos con peso en los que todavía está presente la formación naranja.
Por su parte, la figura del consejero de Presidencia, Elías Bendodo, otro fontanero del PP andaluz cuando se trata de conspirar mociones de censura, también ha quedado tocada, toda vez que ha pasado de reclamar para la alcaldía la alternancia del dos más dos a, cuando el regreso de Cuenca era inevitable, afirmar que "como gobierno, nosotros lo que queremos es que salga lo que salga del Pleno del Ayuntamiento, sea lo que dote de mayor estabilidad posible a la ciudad de Granada". Desde el PP juran y perjuran que agotarán legislatura con Cs en la Junta pero, visto lo visto, ¿qué valor tiene su palabra?
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