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Opinión · Posos de anarquía

Carmona, el que no era amigo de las eléctricas

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"España necesita una reforma eléctrica que reduzca los precios de la luz. Un problema, una solución", afirmaba tajante. Él parecía tenerlo claro entonces y la pregunta es obligada: ¿Seguirá teniéndolo claro ahora? Afirmaba por aquellos días Carmona que era imprescindible "o mejorar la competencia entre las compañías o cambiar el sistema" marginalista "y que el gobierno tome cartas en el asunto y dé la cara".

Es evidente que ya no lo tiene tan claro y, si lo tiene, entre él y esa clarividencia se ha interpuesto ahora un maletín lleno de euros. En cualquier caso, no parece que Carmona vaya a revolucionar el consejo de administración de Iberdrola y vaya a impulsar una reforma que nos salve de la actual estafa que sufrimos.

Por otro lado y desde la óptica de la compañía que preside José Ignacio Sánchez Galán, el fichaje es un movimiento estratégico, un golpe en la mesa, una amenaza velada al Gobierno y, más concretamente, a Pedro Sánchez: "Ojito a quién le pisas el callo", parece ser el mensaje. El nombramiento de Carmona, enemigo acérrimo de Sánchez, saca los colores al PSOE.

En lugar de tratar de lavar su imagen, de que su reputación entre la ciudadanía no caiga a bajos tan históricos como lo son los picos de precios, Iberdrola ha optado por intimidar, por mostrarse como el gigante que es capaz de engullir a quien se ponga por medio. Ese es el mensaje que ha querido transmitir, consciente de que su reputación ya no hay quien la levante.

Carmona se ha retratado. Iberdrola también. Es el turno del Gobierno que, lejos de arrugarse ante este órdago, ha de ser aún más contundente y cortar de raíz los abusos de las eléctricas. El margen que le está dando esta sociedad narcotizada, que patalea sólo a golpe de clic de ratón, debería ir estrechándose. Metidos en el otoño, cuanto más se enfríen las casas por no poder pagar la luz, más deberían calentarse las calles.

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