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Opinión · Posos de anarquía

España pide paso a Madrid

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“Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España?”. Este delirio de Isabel Díaz Ayuso le acompañará a la presidenta de la Comunidad de Madrid sine die.  Sin embargo, esa España de la que habla pide paso a la capital, porque nuestro país es mucho más que la región que gobierna Ayuso y, hartas del dumping fiscal que realiza ésta, reclaman más ecuanimidad en el reparto de organismos de la Administración Pública, que en gran medida funcionan de atracción de riqueza.

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El Ejecutivo está decidido a a extender la experiencia del Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe) que inició José Luis Rodríguez Zapatero llevándoselo a León. Ubicar centros de este tipo en otras provincias es una signo de progreso, de abandono de esa mentalidad retrógrada de concentrar la actividad en la capital que termina impactando en la España vaciada. ¿No presumen todos los patriotas de la riqueza de toda España? Toca ahora ser consecuentes y acompañar con hechos esas palabras. En esa dirección van los planes de levantar el Centro Nacional de Investigación y Almacenamiento de Energía en Cáceres, la base logística que el Ejército de Tierra en Córdoba o el Centro de Datos de la Seguridad Social en Soria.

Ya va siendo hora de abandonar esa visión cateta de concentración de la actividad, especialmente porque quienes llevan décadas gobernando la región capitalina no pueden ser más insolidarios cuando es el resto de España que le inyecta buena parte del bienestar que disfruta con esa concentración.

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Ya no es sólo que mientras que el peso que tienen los empleados del sector público estatal en el resto de Comunidades Autónomas es del 15% frente al 40% de Madrid, es que la región que gobierna Ayuso concentra más de 170.000 de empresas públicas, consorcios y mutuas. El 80% y el 70% de los empleados de los servicios centrales de los ministerios y organismos públicos, respectivamente, se localizan en la capital, tal y como desglosa Agenda Pública, y más de 60 organismos tienen sus servicios centrales en Madrid sin contar con delegaciones en otros territorios. 

Esta descompensación injusta tiene un innegable impacto en la economía de las diferentes regiones, dado que termina funcionando como polo de atracción de inversión privada, de ubicación de las empresas más grandes. Cuanto más poderosa se hace la región capitalina, menos margen  de mejora tiene el resto. Ayuso niega la mayor en este asunto... hasta ahora, cuando comience a ver que se le escapan organismos y los reclame, porque sabe la riqueza que se le escurre entre los dedos.

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Barcelona es la única provincia que ha conseguido hasta la fecha rivalizar con Madrid como motor económico. Es el turno del resto de España, porque diversificar es enriquecer, es fortalecer un país que reclama una mayor justicia social, un mejor reparto de los recursos, que van más allá de lo recaudado y que, de hecho, impactan sobre lo recaudado.  Le pese a quien le pese, la noticia de una descentralización será bien recibida en el 95% de España porque ello se traducirá en incrementar las oportunidades para quienes han estado abandonadas hasta ahora.

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