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Opinión · Posos de anarquía

¿Cuál es su resumen del año?

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Estamos a tres días de la Nochevieja y comienzan a llegar los anuarios, esos resúmenes de noticias de los medios de comunicación que buscan condensar lo más sonado de los últimos meses. Quería dedicar el último Posos de Anarquía del año a otro resumen, al que le conmino a usted, querido lector, que haga de sí mismo: en esta recta final del 2021, dedíquese unos cuantos titulares y, a diferencia de lo que hacemos los medios, guárdeselos para sí y los suyos, no los comparta en sus redes sociales.

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2021 ha sido el año de la salud mental, entre otras cosas. El prólogo que supuso 2020 con el confinamiento y sus consecuencias ha servido para rellenar con este asunto páginas y páginas, tuits y más tuits. Y eso está bien, qué duda cabe y qué falta nos hacía, pero del mismo modo que en este espacio acostumbro a pegar tirones de orejas a políticos y votantes por no ser coherentes con lo que predican, hagamos lo mismo con la salud mental.

Convenimos todos que vamos demasiado deprisa, que funcionamos a ritmo de tuit, de mensaje de WhatsApp, de foto de Instagram... pero pocos hacemos algo por resolverlo. De ahí la importancia de que se dedique un resumen del año, el suyo propio, en el que compruebe cómo los grupos burbuja destilaron en cierto modo la muchedumbre de la que se rodeaba, sencillamente, por rodearse. Trate de repasar momentos felices y momentos tristes y, muy especialmente, aprenda a relativizar.

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Un buen resumen del año ha de servir de balance y en esta suerte de evaluación relativizar es esencial, porque nos enseña a saborear mejor lo que la vida nos ofrece, a no ahogarnos en un vaso de agua, a comprobar que, en el fondo, somos unos afortunados.

Cabe el caso de que, se mire desde la óptica que se mire, haya sido un mal año. Aférrese pues a esos vestigios placenteros que habrán salpicado los meses y confíe en que, quienes hayan tenido mejor suerte, en su propio balance, se acuerden de usted, lo incluyan en su órbita para el nuevo año.

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Quizás esta columna le parezca ingenua, hasta es posible que ñoña o infantil y, ¿sabe qué?, lo es, definitivamente lo es, pero en mitad del clima de crispación que vivimos, con una pandemia que no cesa, una clase política que en líneas generales decepciona y una masa social cada vez más masa y menos social, creo que es un buen día para ser ñoño. Al menos yo, saboreo momentos, contemplándolos incluso a cámara lenta, esos momentos que por lo general son compartidos y, por ello, son los mejores. Pruebe. Feliz Nochevieja y un mejor 2022.

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