Opinión · Posos de anarquía
El PP desentierra su cápsula del tiempo y sale Iturgaiz
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El presidente del PP en Euskadi, Carlos Iturgaiz, anda desperezándose, saliendo de su hibernación intelectual pero, definitivamente, no lo consigue. Lo volvió a demostrar el pasado sábado y nosotros a constatarlo ayer cuando vimos las imágenes en las que el número uno del PP vasco llama "jefes de ETA" a los dirigentes de EH-Bildu, mientras el presidente del PP alavés, Iñaki Oyarzabal, sale por piernas del plano, avergonzado, en un intento porque su persona no se asocie a los delirios de Iturgaiz.
Pareciera que Iturgaiz hubiera pasado la última década en una cueva, hibernando, con las constantes vitales bajo mínimos, aislado del mundo exterior. Hace más de diez años que ETA no existe pero Iturgaiz la ve en todas partes. Allá donde mira, se topa con aquella banda terrorista que no han llegado a conocer los más jóvenes, sobre todo si puede rascar unos cuantos votos revanchistas.
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Y algo de hibernación sí que se ha producido o, lo que es lo mismo, su paso por Bruselas como eurodiputado durante la friolera de 15 años (2004-2019), que parece que lo introdujo en una cápsula del tiempo que se abrió en 2020. Fue entonces cuando, después de unos años fuera del calor que aporta la política, decidió volver para cubrir el vacío creado por Pablo Casado al quitarse de en medio al incómodo Alfonso Alonso. Curioso, el mismo Casado que lo apeó de la vida cómoda de Bruselas, colocándolo en el puesto 17 de las listas para Europa, lo resucitaba.
Ahí, Iturgaiz demostró su valía -ya juzguen ustedes si mucha o poca-, olvidando de golpe cuán "triste y decepcionado" dijo estar al haber sido invitado a marcharse, cuando "Casado no ha valorado todo el trabajo y dedicación que he hecho todos estos años, en nombre del PP vasco". Y se lanzó a la carrera electoral del Parlamento Vasco con los biorritmos aún un poco amodorrados y, quizás, un bajo aporte de oxígeno en el riego menguando las percepciones, porque junto a Ciudadanos articuló una campaña que bien podría haberse desarrollado en los 90, tomando a ETA como hilo conductor.
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La incapacidad para ver cuánto pasa a su alrededor se plasmó en los resultados de las últimas elecciones vascas: EH Bildu rozó los 250.000 votos y obtuvo 21 escaños, frente a los cerca de 60.000 de PP-Cs y 6 escaños... pero ni por esas. Por más que la realidad le demuestre que con la carta de ETA ya sólo araña ese voto revanchista con el que no llega muy lejos, él, erre que erre. Y el sábado lo volvió a hacer.
Asegurar que los jefes de ETA dirigen EH Bildu no sólo le reporta poco rédito electoral, sino que puede hacerle ganar una querella por calumnias, pues ni ya existe tal banda terrorista ni buena parte de quienes componen la segunda fuerza política en Euskadi han tenido relación alguna con ella en el pasado.
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El problema es que Iturgaiz no es el único salido de una cápsula del tiempo. El problema es que otras, como Isabel Díaz Ayuso, va, incluso, más allá llamando "asesinos" a los dirigentes de EH Bildu, sin que inexplicablemente tenga consecuencias legales. Quienes se hacen llamar "constitucionalistas" son los primeros que pisotean la Constitución y las sentencias del Tribunal Constitucional que avalan la legalidad de EH Bildu.
En cierto modo, esa conducta me recuerda a los ciberdelincuentes. Hace años, entrevistando al máximo responsable de seguridad de Microsoft a nivel mundial, éste sostenía que resulta tan complicado atrapar a los cibercriminales porque ellos siempre van un paso por delante al poder infringir la ley, mientras que Microsoft, en su colaboración con las autoridades, no podía hacerlo. Ha de seguir los cauces legales.
De alguna manera, con esta derecha cada vez más radical, que ha aupado a Alberto Núñez Feijóo hasta Génova y que avergüenza a otros como Oyarzabal, sucede lo mismo: pretende hacer ruido en la opinión pública con sucias mentiras, manipulando la realidad porque sabe que la izquierda no se enfangará en ese lodo, sabe que la izquierda jamás soltará exabruptos como llamar a Ayuso "la aniquiladora de las personas mayores en residencias durante la pandemia". La izquierda es más de presentar pruebas y protocolos. Hablan por sí solos, pero sí, la opinión pública ha de hacer el esfuerzo de leer.
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