Opinión · Posos de anarquía
La izquierda andaluza y el reto de sumar dividiendo
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En política hay una máxima que ante fenómenos similares de división en ambos flancos introduce matices: la izquierda se fragmenta, la derecha se expande. La primera quiere ponerle remedio en Andalucía y una parte del espectro más progresista trabaja en conformar una confluencia de izquierda de cara a las próximas elecciones del 19 de junio. Las negociaciones para hacerlo no resultan sencillas y corren el riesgo de aparecerse a la opinión pública como un culebrón que quede en mera anécdota.
La derecha concurre al 19 de junio repartida en dos y medio: PP, Vox y Ciudadanos, ésta última de manera más testimonial porque todas las previsiones hacen pensar que corra la misma suerte que en Castilla y León. La izquierda, en cambio, acude mucho más fragmentada. Por un lado, el principal partido del ala progresista continúa siendo el PSOE, minado por el caso de los ERE y con Juan Espadas como líder que no termina de cuajar ni convencer, con políticas tan erráticas como apoyar la legalización de los regadíos ilegales de Doñana, alineándose con el PP.
A la izquierda del PSOE, de cuyo paso por San Telmo ya quedó una Sanidad pública muy tocada, es donde se está desarrollando el culebrón. La primera de las fracturas se produjo cuando, tras manifestar su desacuerdo con la dirección de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez y otros siete compañeros de Adelante Andalucía fueron expulsados del partido acusados por la Mesa del Parlamento andaluz de transfuguismo. Votaron a favor de expulsarlos del grupo parlamentario el PSOE, donde se destila un odio mutuo hacia Rodríguez, y el PP y Vox, encantados con dividir aún más a la izquierda.
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Tras varios rifirrafes con sus compañeros, Rodríguez consiguió mantener la marca y, de hecho, será cabeza de lista de Adelante Andalucía en las próximas elecciones, presentando a la formación, que agrupa a Anticapitalistas, Primavera Andaluza, Izquierda Andalucista y Defender Andalucía, con un marcado carácter andalucista de izquierda que desde el PP, Juan Manuel Moreno Bonilla ya ha tachado de "nacionalista" para buscar su descrédito. Algo parecido intentó Mañueco en Castilla y León, saliéndole rana con partidos como Soria ¡Ya!, que en esa provincia consiguió concentrar casi tantos votos como PP y PSOE juntos.
Este carácter andalucista es el mismo que defiende Andalucía por Sí (AxSí), convencida como lo está Rodríguez de la necesidad de llevar esta visión regionalista hasta Madrid para que los intereses de la Comunidad no se diluyan entre los de los partidos nacionales. Y precisamente este es el motivo por el que se produce otra fractura: la de Andaluces Levantaos. Esta formación fue impulsada por Más País a finales del año pasado y aglutinaba a los de Errejón con Iniciativa del Pueblo Andaluz y Andalucía x Sí (AxSí), autopresentándose como el 'Compromís andaluz'. Sin embargo, poco ha durado esta unión, pues AxSí se ha desmarcado de la gran coalición de izquierda por considerar que está compuesta por demasiadas formaciones centralistas.
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¿Qué coalición es esa? Pues la que están gestando Podemos, Izquierda Unida (IU), Equo, Alianza Verde, Iniciativa del Pueblo Andaluz y Más País. Tras la ruptura de AxSí, sus responsables defienden que ellos en solitario serán los que concurran como Andaluces Levantaos. En este punto, merece la pena recordar que Alianza Verde es fruto de otra escisión, la de Equo cuando su fundador y exdirector de Greenpeace España, Juan López de Uralde, se desmarcó.
Esta gran coalición es, sin duda, la que plantea más dudas. Pese a las reticencias de Podemos, todo indica que aparecerá en las papeletas como Por Andalucía... y hasta ahí podemos leer. Aún no cuentan con nombre definitivo, ni con candidatos y mucho menos con programa. Lo que el coordinador de IU Toni Valero llama "cocinar a fuego lento" se ha convertido en trabajar a marchas forzadas, porque, sabedor del daño que infringe, Moreno Bonilla ha adelantado las elecciones y el plazo para presentar las candidaturas vence el próximo 5 de mayo.
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¿Quién será cabeza de lista? El propio Valero o su compañera la portavoz parlamentaria, Inma Nieto, se postulan para ello por IU, mientras que desde Podemos presentan al diputado en el Congreso Juan Antonio Delgado, guardia civil y uno de los pioneros de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) como su candidato. Más País, en cambio, apuesta por alguien independiente, que, vistos los plazos, se contemplaría como un paracaidista oportunista o un mero fichaje mediático. ¿Y el resto? No parece que las voces de Equo, Alianza Verde e Iniciativa del Pueblo Andaluz vayan a tener mucho peso en esta decisión final.
Vistos los tiempos, preocupa la articulación de un programa común de, vamos a llamarlo pese a estar sujeto a cambios, Por Andalucía. No sólo eso, sino su ejecución pasadas las elecciones, puesto que pese a compartir mismo ADN ideológico, el modo en que ponen en prácticas sus políticas es muy diferente y a menos de diez días para presentar candidaturas no existe programa común... Todo sugiere que para cuando presenten las listas, que ha de hacerse entre el 11 y el 16 de mayo, aún quedarán muchos flecos programáticos que habrán de definirse en plena precampaña.
Tiene razón Valero en que pucheros de este tipo piden fuego lento, pero considerando que no fue hasta finales de marzo cuando suscribieron el primer preacuerdo y que justo antes de Semana Santa se descolgaba Más País para regresar tras el Via Crucis, van a precisar de una olla exprés... y el regusto que deja el plato no es el mismo. ¿Lo aderezará convenientemente Yolanda Díaz? Tampoco parece muy probable que la gallega, con su nuevo espacio en ciernes pero aún por concretar, se moje demasiado en esta campaña y con esta candidatura en concreto, hoy por hoy sopa de siglas. Tanto si se involucra como si mantiene un perfil bajo como en Castilla y León, sus rivales lo utilizarán como arma arrojadiza.
Por otro lado, se cuela de nuevo en estas elecciones la extrema-derecha que, con Macarena Olona como candidata, viene acompañada por encuestas favorables que barruntan un significativo crecimiento. Como apuntaba en la columna de ayer, se equivocaría cualquiera de las formaciones de izquierda en agitar el miedo al fascismo como el principal elemento de atracción de voto. La mejor manera de combatir a Vox es con un programa creíble, cercano y que ilusione a quienes creen en la justicia social. No hay mejor arma que esa frente al fascismo; la cantinela del miedo ya no cala y evidencia falta de confianza en el programa propio. El PSOE ya la ha comenzado a entonar, por algo será.
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