Opinión · Punto de Fisión
Feijóo: mira quién salta
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Si uno observa atentamente la foto de Feijóo con Marcial Dorado en la cubierta de un yate, advertirá inmediatamente un churrete de crema solar en la espalda del futuro presidente de la Xunta. Sólo este detalle bastaría para poner en duda la supuesta amistad íntima entre el político y el narco. Dos amigos, cuando lo son de verdad, se untan lo que haga falta, hasta aftersun. Eso aparte de que Feijóo guarda una considerable distancia de seguridad con el otro veraneante, doblando el cuello hacia la cámara como si le dijera al fotógrafo con décadas de antelación: “Ojito con el encuadre, que corra el aire. No vayan a pensar mal”.
Feijóo ya ha desmentido que hubiera cualquier clase de amistad entre los dos (“ni estrecha ni ancha”), algo que no sorprende demasiado porque los políticos carecen de amigos, salvo que estén en campaña electoral. Por eso la soledad del poder les obliga a rebozarse el lomo de crema protectora a ciegas, al tuntún. Pero si no había ningún cariño entre ellos, ni mucho menos negocios ni arreglos profesionales, no se entiende muy bien cómo es que pasaban tanto tiempo juntos. Sin estar todavía apuntados al Imserso, iban lo mismo al mar que a la montaña, a la nieve que al sol. Hacían tantos viajes y se retrataban tantas veces que Feijóo ha llegado a confundir los Picos de Europa con Andorra en el álbum de fotos. “Había nieve” dice explicando el lapsus geográfico. Para no tener ni idea de quién era Dorado ni conocerlo de nada, la verdad es que compartieron un montón de recuerdos y vivencias. Sólo casándose con él hubiera podido ignorarlo más.
Excepto a Pepiño Blanco, que prefiere perderse en las gasolineras, a los políticos gallegos los pierde ese antojo por saltar al yate erróneo. Deben de ser los genes percebeiros, un instinto ancestral de emigrante que los lleva irrefrenablemente hacia cubierta, como a Di Caprio en el Titanic. En cuanto ven un yate, ellos suben a bordo. Lo lógico, si te trincan en el yate de un narcotraficante de tres estrellas, es tirarse por la borda haciendo el salto del ángel, no posar para la posteridad. A Anxo Quintana también lo fotografiaron en un yate junto al empresario gallego Jacinto Rey, una imagen que el propio Feijóo usó como arma electoral en las elecciones autonómicas de 2009: “el Gobierno no se puede fotografiar con malas compañías” dijo. Claro que no es lo mismo un constructor que un narco, dónde va a parar.
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En efecto, teniendo en cuenta los diversos estercoleros por los que va hozando el PP, del Gürtel a Suiza y de Santurce a Bilbao, quien más incómodo podría sentirse es el narco, temeroso de que lo relacionen con esa gente de bien. Como ahora salga una foto suya esquiando con Bárcenas, lo mismo le retiran el saludo en prisión.
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