Opinión · Punto de Fisión
Urdangarín 666
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El fiscal Horrach ha decidido adelantar las rebajas de enero a diciembre y le ha ofrecido al duque de Palma una sustanciosa oferta en su petición de pena por el caso Nóos. En esto Horrach sigue la moda de anticipar los festejos navideños, preparando con un mes de antelación las bolas, luces y arbolitos en las calles, los belenes y abetos hogareños, la compra de regalos y la emisión radiofónica de villancicos. Los malos tragos mejor pasarlos pronto.
Hay quienes se entusiasman con la Navidad y hay quienes se atragantan con los polvorones. En mi caso, siempre me ha resultado difícil comprender por qué se consagran oficialmente dos semanas a los buenos sentimientos y a la felicidad por decreto mientras el resto del año hay barra libre para portarse como auténticos ministros. Lo ideal, creo yo, sería justo al revés: dedicar dos semanas exactas a la maldad y ser razonablemente bondadosos las otras cincuenta y dos semanas del año. Creo que la Navidad y el mundo en general mejorarían bastante si el tiempo que se emplea en almibarar la casa y tocar la zambomba se empleara, no sé, falseando cuentas, puteando a los empleados, chismorreando de los vecinos, escabechando a palos a la parienta, mintiendo, robando, matando y demás pecados capitales y provincianos. Estaría bien probar esa inversión un año de éstos.
Sin embargo, la Navidad es un período de contradicciones, un tiempo (como advirtió Ambrose Bierce) en que las familias se ceban en el dispendio, la gula y el alcoholismo para celebrar el nacimiento de un niño pobre. Investido de la generosidad típica del espíritu navideño, Horrach se ha puesto el gorro de Papa Noel con casi un mes de adelanto para traerle a Urdangarín un saco de regalos: 6 años y 6 millones de multa a cambio de no presentar un lote completo de acusaciones que rondaría los 20 años de prisión. La oferta suena irresistible aunque a Urdangarín (que sabe de números lo suficiente como para montar otras dos organizaciones benéficas) no se le habrá escapado que le falta un solo 6 para firmar un pacto satánico. Está escrito por ahí, en algún versículo del Apocalipsis, que el número de la Bestia son tres seises; por algo el diablo es mayor de edad.
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Estas navidades la fiscalía está que lo tira: a Horrach sólo le falta protagonizar un anuncio de grandes almacenes con barba blanca, campana y ciervos. En la oferta, eso sí, la infanta Cristina no aparece ni a 666 resoluciones de la pena de cárcel, una propina que huele a aguinaldo que tira de espaldas. Caballerosidad no puede ser, porque entonces Horrach también habría incluido en el descuento a Ana Tejeiro, la mujer de Diego Torres, a la que la justicia trata de un modo curiosamente distinto. Parece que en este belén anticipado unos hacen de burros, otros de pastorcillos, San José no se entera de nada, como siempre, y la Virgen sin pecado concebida. No quisiera aventurar conclusiones, pero me da que la fiscalía ha confundido una vez más a Santa Claus con los Reyes Magos.
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