Opinión · Del consejo editorial
Una ecuación en política
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Alfonso Egea de Haro
Profesor de Ciencia Política
Las recetas implementadas para superar la crisis parecen desafiar cualquier diferencia ideológica pese a que desde las calles y la academia se ha puesto de manifiesto que las alternativas existen. A estas alturas, ¿tiene algún sentido hablar de izquierda-derecha? ¿Tendríamos un escenario diferente si la mayoría de gobiernos europeos fueran socialdemócratas?
Desde la izquierda se reivindica la política frente a los mercados y su acercamiento a la ciudadanía como estrategia. En Francia, una de las candidatas en las primarias del Partido Socialista Francés, Ségolène Royal, prepara un libro con el título Carta a todos los indignados que quieren soluciones. ¿Resulta creíble esta estrategia? Difícilmente, a juzgar por la experiencia reciente y la justificación de las decisiones políticas a partir de los condicionantes que impone la siempre urgente situación económica. ¿Conseguiría algún efecto? No, si no se cambian las instituciones. Y es que conforme a la conocida ecuación política, las decisiones son el resultado de multiplicar ideología por instituciones. Las instituciones condicionan y modulan los intereses y preferencias de la clase política.
Un ejemplo de esto lo encontramos en lo que va camino de convertirse en un nuevo clásico: la creación de un gobierno económico europeo “verdadero” o “auténtico” (valen tantos sinónimos como cumbres europeas tengan lugar o crisis de la deuda nacional falten por llegar). Este descubrimiento franco-alemán cae de inmediato en la contradicción cuando se predetermina ya el contenido de las decisiones que debe adoptar (control del déficit público o la imposición de sanciones en caso de incumplimiento, incluyendo la exclusión de los fondos comunitarios). Un gobierno que nace ya gobernado. Se pretende, pues, simplificar al máximo la ecuación política y que las decisiones sean igual a una determinada opción ideológica, ya que las instituciones (en este caso el gobierno económico europeo) alteran poco o nada el resultado final.
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Ante esta tendencia a simplificar la ecuación política, la opción de anteponer la política a los mercados y acercarla a la ciudadanía necesita, para ganar credibilidad, que el primer paso sea precisamente influir en el diseño mismo de estas instituciones.
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