Opinión · Del consejo editorial
El aire que respiramos
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CARME MIRALLES-GUASCH
Profesora de Geografía Urbana
Algunas noticias nos tendrían que poner los pelos de punta, o como mínimo hacernos pensar aunque sólo sea por unos momentos; cierto es que, con tanto bombardeo mediático, es difícil percibir lo realmente importante. Y aunque el aire que respiramos tendría que estar en un lugar prioritario de nuestras preocupaciones básicas, parece que no es así. Si lo fuera, nos tendríamos que tomar muy en serio lo que hace unos días dos fuentes de información muy solventes, una internacional y otra nacional, advertían sobre lo perjudicial que es hoy el aire que respiramos.
La OMS certifica que la contaminación atmosférica es la responsable directa de la muerte de dos millones de personas en el mundo. Ecologistas en Acción estima que el 37% de la población española respira aire contaminado, casi 18 millones de personas. Además los costes de esta contaminación representan entre un 1,7 y un 4,7% del PIB español. Los dos informes responsabilizan directamente al transporte rodado de esta situación.
Son unos datos que están, en estos momentos, fuera de foco. Fuera del marco informativo donde la crisis financiera, los recortes, la deuda y el vaivén de la bolsa ocupan todo el espacio mediático. Pero ¿y si resulta que estos índices de contaminación atmosférica fueran parte de nuestra crisis? ¿Y si resulta que estos son también datos sustanciales que nos están indicando que algo va muy mal? ¿Y si la opinión pública los pusiera en su rango de preocupación vital y los responsables públicos en sus agendas políticas? ¿Y si nos tomáramos un poco más en serio a nosotros mismos y a nuestra calidad de vida y exigiéramos a nuestros políticos, responsables del bienestar colectivo, acciones directas que solucionaran un problema que tendríamos que percibir como insoportable? Esto es lo que han hecho algunas de las ciudades nórdicas, con calidades de vida envidiables. Los ciudadanos han reclamado implantar estrategias que les garanticen respirar aire puro. Una empresa sueca en su catálogo de presentación, entre otras referencias a su tarea cotidiana, indica que sus trabajadores llegan a la empresa en transporte público como una de las medidas para reducir el cambio climático. Podría ser simplemente marketing, pero es un indicador sustancial de la dirección que han emprendido.
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