Opinión · Del consejo editorial
El segundo Gobierno de la crisis
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Ramón Cotarelo
Catedrático de Ciencias Políticas
La intención de Rajoy de que el relevo del Gobierno sea “business as usual” (esto es, una alternancia ordinaria, ordenada, tranquila, producida por unas elecciones) quiebra en un punto esencial. Esas elecciones fueron anticipadas casi exclusivamente por la tediosa insistencia de Rajoy y su batería de medios en que la situación era gravísima, crítica, casi agónica; que el Gobierno socialista debía desalojar de inmediato la plaza, que no se podía esperar un día más a dar paso a un Ejecutivo conservador capaz de restaurar la confianza, de dar comienzo a la recuperación gracias a su mucho más acertado paquete de medidas y, desde luego, cuando menos, de detener el ascenso del paro.
Las soluciones nunca se explicitaron durante la campaña electoral ni tampoco en el discurso de investidura, pues en este se enunciaron objetivos de forma que, a día de hoy, aquellas soluciones siguen siendo una incógnita. A lo cual se añade el súbito reconocimiento de que no habrá recuperación en 2012 y de que el paro seguirá aumentando. Sólo faltaba que el Gobierno entendiera que los famosos cien días deben ser un merecido descanso y tardara otros tantos en aplicar las famosas e ignotas medidas que ayer eran asunto de vida o muerte.
Las urgencias políticas sostenidas en motivos económicos suelen tener más de psicología, de estado de ánimo, de interpretación que de objetividad. Pero, aun siendo así, no es prudente que el segundo Gobierno de la crisis se tome esta a beneficio de inventario y desaproveche el generalizado ánimo de resignación que, según las encuestas, reina entre la gente. Además, al dejar las cosas para más adelante (suelen mencionarse aquí las elecciones andaluzas), mostrando que en realidad no había urgencia, puede encontrarse una resistencia crecida que ahora ni se insinúa.
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Está tan clara esta necesidad de acción que hasta Angela Merkel insta a Rajoy a poner sin dilación en marcha su “ambicioso” programa. El hecho de que ella sepa que un programa aún no formulado por el presidente es “ambicioso” sólo puede explicarse porque, en realidad, lo ha formulado ella. Y quizá esto explique también la tardanza de Rajoy en exponerlo: está esperándolo.
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