Opinión · Del consejo editorial
Berlusconi pone la mordaza
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LUIS MATÍAS LÓPEZ
Periodista
Parece una paradoja, pero sólo es una berlusconiada más. Silvio Berlusconi se saca de la manga una ley mordaza para que los demás callen, aunque a él no hay quien le cierre la boca. So pretexto de evitar un estado policiaco, la norma, que puede ser letal para la lucha contra la mafia y la corrupción, restringirá las escuchas judiciales y castigará a informadores y editores que las publiquen, así como a quienes filtren documentos bajo secreto sumarial. Además, la llamada enmienda D’Addario prohibirá grabar y difundir conversaciones como las de contenido sexual con las que esta prostituta de lujo cubrió de vergüenza al primer ministro.
La generalizada protesta de jueces y periodistas, y un malestar en la clase política que llega hasta la coalición de Gobierno podrían suavizar la norma durante su trámite parlamentario, pero no es probable que la desvirtúen. El conflicto se suscita en sospechosa coincidencia con el descubrimiento de una hidra de sobornos que ya ha obligado a dimitir a un ministro y amenaza a muchos políticos, empresarios, magistrados, espías, policías y hasta obispos.
Pese a todo, y aunque la popularidad de Berlusconi cae, su imperio no corre peligro inminente. El paralizado centro-izquierda es incapaz de construir una alternativa viable, lastrado por las divisiones que acabaron en 2008 con el bienio de Romano Prodi. Es más, Il cavaliere, de 74 años, asegura que no se retirará tras las elecciones de 2013, y planea una reforma constitucional para ser un presidente con tanto poder como Sarkozy, ya que asegura (y no es un chiste) que ahora tiene las manos atadas.
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Si Berlusconi tiene algún flanco débil está en su propio partido, el Pueblo de la Libertad (PL), donde le planta cara Gianfranco Fini, que ha viajado al centro desde la extrema derecha neofascista. Ambos protagonizaron un sonoro enfrentamiento en abril que multiplicó los rumores de ruptura. Berlusconi se apoya cada vez más en la xenófoba y reaccionaria Liga Norte, cuyo líder, Umberto Bossi, líder de la Padania, sostiene que los italianos del sur son pobres porque no dan un palo al agua.
Bossi y Fini se odian, al igual que Berlusconi y Fini. Sin embargo, no es descabellado que la coalición dure hasta 2013, y que Berlusconi gane, por cuarta vez. Gobernando a su capricho y conveniencia.
Los italianos no se merecen esto, pero ellos se lo han buscado.
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