Opinión · Del consejo editorial
Presidente por un día
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ALFONSO EGEA DE HARO
Profesor de CienciaPolítica
Bélgica reemplazará a partir de hoy a España en la presidencia rotatoria del Consejo Europeo. Las presidencias rotatorias son fundamentalmente consideradas como una oportunidad de los gobiernos nacionales de trasladar sus prioridades a la agenda política del resto de países miembros. Bélgica, a pesar de comenzar la presidencia europea con un Gobierno en funciones, no parece querer dejar escapar esta oportunidad. Una oportunidad que pudiera tratarse, no obstante, de un regalo incómodo. En el contexto actual, la crisis económica ha catapultado los intereses nacionales por encima de cualquier proyecto común europeo, relativizando así el éxito de las presidencias rotatorias y favoreciendo la crítica interna a los gobiernos. De otro lado, la interinidad del Gobierno belga puede obligar a concentrar todos los esfuerzos en la coordinación de los representantes de las regiones belgas que pueden presidir las distintas formaciones del Consejo. Si esto ocurriera, quizás sea la política regional uno de los temas protagonistas en el escenario europeo de los próximos meses.
Sin embargo, la capacidad actual de los gobiernos nacionales de trasladar sus preferencias al plano europeo parece reducirse. Y ello no es sólo porque las presidencias rotatorias estén otorgando un mayor protagonismo a las nuevas figuras creadas por el Tratado de Lisboa, como el presidente permanente del Consejo Europeo. Tampoco es porque el mecanismo del trío presidencial establezca la necesidad de que los tres gobiernos que ocupen sucesivamente la presidencia rotatoria presenten un único programa.
Es, por el contrario, el mayor protagonismo que están reclamando las instituciones europeas ante unos gobiernos que miran fundamentalmente hacia dentro de sus fronteras lo que está alterando la capacidad de las presidencias rotatorias. El caso del Parlamento Europeo y su papel en el diseño del servicio europeo de acción exterior, o la negociación del acuerdo SWIFT sobre la transferencia de datos financieros, son ejemplos de ello. También en el Parlamento es donde se han escuchado las voces más críticas, como la de Cohn Bendit, sobre la gestión que de la crisis estaban haciendo los gobiernos nacionales y la Comisión Europea. Por ello, la alianza con estas “renovadas” instituciones europeas debiera ser el objetivo prioritario para que el Gobierno que ocupe la presidencia de turno no sea coronado con el dudoso honor de ser “presidente por un día”.
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